SIX

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Pedri


El sonido del despertador me sacó del sueño, y me levanté lentamente, estirando los brazos y sintiendo los músculos tensos del entrenamiento de ayer. Mientras me dirigía a la cocina, me di cuenta de que mi hermano Fer había llegado. Él estaba de pie junto a la encimera, preparando el desayuno.

—¡Buenos días! —lo saludé, con una sonrisa.

—¡Buenos días! —respondió, devolviéndome la sonrisa—. ¿Dormiste bien?

Asentí mientras me sentaba a la mesa y él me pasaba un café.

—Sí, dormí bien. ¿Tú? ¿Cuándo llegaste?

—Llegué anoche tarde. No quería despertarte —dijo, sentándose frente a mí con su plato de desayuno.

Comenzamos a comer en silencio, disfrutando de la compañía mutua. Después de unos minutos, Fer rompió el silencio.

—Todo en Tenerife sigue igual. La gente pregunta cuándo vas a ir por allí —comentó, mirándome con curiosidad.

—Ya sabes que iré en verano, como siempre —respondí, sonriendo.

Fer asintió, como si fuera obvio.

—Sí, lo sé. Pero ya sabes cómo son, siempre quieren verte —dijo, riendo.

Continuamos comiendo, y Fer me miró de nuevo, esta vez con una expresión más seria.

—¿Y qué tal aquí? ¿Alguna novedad? —preguntó, levantando una ceja.

Dudé por un momento, considerando si debía contarle sobre Dafne. Al fin y al cabo, era mi hermano, y siempre habíamos compartido todo.

—Bueno.... —comencé, sintiendo un nudo en el estómago—. Conocí a Dafne, la de Dafnecosmetics, en casa de Morata. Después, nos acostamos y, por alguna razón que no entiendo del todo, siempre hay algo que me atrae hacia ella.

Fer me miró con sorpresa y luego sonrió.

—Bueno, al menos sabes que ella no se acerca a ti ni por fama ni por dinero —dijo, con una sonrisa cómplice—. ¿Y qué es exactamente lo que os frena?

Suspiré, pensando en cómo explicar la situación.

—Aunque tenemos una conexión especial, no queremos que la relación opaque nuestras carreras profesionales. Ambos hemos trabajado mucho para estar donde estamos, y la atención mediática podría complicar las cosas —expliqué.

Fer asintió lentamente, entendiendo la situación.

—Eso es una tontería, pero en realidad lo entiendo. La prensa puede ser un verdadero dolor de cabeza —dijo, mirándome con comprensión—. ¿La has vuelto a ver desde entonces?

Asentí, recordando los momentos compartidos en Madrid.

—Sí, la volví a ver en Madrid. Volvimos a pasar la noche juntos, pero hablamos de ser amigos —dije, sintiendo una mezcla de emociones.

Fer me miró con curiosidad.

—¿Y cómo te sientes con eso? —preguntó.

—Confundido. Me gusta estar con ella, pero también entiendo que debemos ser cuidadosos. No quiero que nuestras carreras sufran por esto —respondí, mirando mi taza de café.

Fer asintió, comprendiendo.

—¿Y tienes intención de volver a verla? —preguntó, con un tono de interés genuino.

Me quedé en silencio por un momento, reflexionando sobre su pregunta.

—Sé que no debería porque siento que cada vez que nos vemos nos acercamos un poco más. Pero no puedo evitar querer verla y estar con ella. Es una chica interesante y divertida, y me encanta hablar con ella —admití, sintiendo el conflicto interno.

Basorexia [Pedri Gonzalez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora