FOUR

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Dafne

El día del partido finalmente llegó, y me encontraba frente al imponente estadio Santiago Bernabéu. Había venido con Mina, la mujer de Fede Valverde, uno de los jugadores del Real Madrid. Sostenía la mano de Beni, su hijo mayor, mientras Mina hablaba con una sonrisa.

—Dafne, me sigue pareciendo curioso tu repentino interés por el fútbol —dijo Mina, mirándome con una mezcla de diversión y sospecha.

Sonreí, tratando de parecer despreocupada.

—Bueno, es el clásico. ¿Quién no querría verlo en persona? Además, quería pasar tiempo contigo y con Beni —respondí, dándole un apretón a la mano del pequeño.

Mina arqueó una ceja, claramente no convencida del todo.

—Sí, claro. Pero no recuerdo que antes tuvieras tanto interés en venir a un partido —replicó, con una sonrisa traviesa.

Solté una risa ligera.

—Está bien, me interesa vivir la experiencia de un partido así. Es el clásico, después de todo —admití, tratando de mantener el tono ligero.

Mina me miró con una mezcla de sorpresa y diversión.

—Vaya, Dafne, no te imaginaba interesada en el fútbol. Pero me alegra que hayas decidido venir —dijo, sonriendo.

—Sí, aunque también estoy aquí para pasar tiempo contigo y disfrutar del partido, por supuesto —respondí, tratando de mantener el tono ligero.

Entramos al estadio y nos dirigimos a uno de los palcos. Beni estaba emocionado, y su entusiasmo era contagioso. Mientras caminábamos, no pude evitar sentir una mezcla de nervios y emoción al pensar en ver a Pedri en el campo, sabiendo que él sabía que yo estaría allí, aunque en las gradas del equipo contrario.

Nos acomodamos en el palco, y el ambiente del estadio era electrizante. Podía sentir la energía de los aficionados y la anticipación del partido que estaba a punto de comenzar. Los jugadores aún no habían salido al campo, pero el bullicio de la multitud ya llenaba el aire.

Los jugadores salieron al campo a entrenar, y enseguida noté cómo Pedri me buscaba con la mirada. No tardó mucho en localizarme en los palcos de las familias del Madrid, y sonrió divertido al verme al lado de Mina. Su sonrisa se amplió aún más cuando me vio sosteniendo a Beni en brazos, claramente notando mi afinidad con los niños.

Observé cómo Ferrán se daba cuenta de que Pedri estaba mirando hacia las gradas y le reñía, señalándole que debía concentrarse en el calentamiento. La escena me hizo reír, disfrutando del momento de conexión a pesar de estar en lados opuestos del estadio.

Mina, notando mi sonrisa, me dio un pequeño codazo.

—¿Qué te hace tanta gracia, Dafne? —preguntó, con una sonrisa curiosa.

—Oh, solo Beni. Es tan adorable y siempre logra hacerme reír —respondí, mintiendo para no delatar la verdadera razón de mi risa.

Mina asintió, aceptando mi explicación mientras observaba a Beni, que ahora estaba entretenido con un pequeño juguete.

Mientras los jugadores terminaban su calentamiento y se preparaban para el inicio del partido, noté que Pedri me miraba nuevamente. Esta vez, hizo un gesto sutil desde el campo, levantando una ceja y señalando de manera discreta, como si estuviera preguntando sobre la ropa interior azulgrana con la que habíamos bromeado.

No pude evitar reírme y me encogí de hombros de manera divertida, dejando que él adivinara la respuesta. Pedri sonrió y volvió a concentrarse en el campo, claramente disfrutando del pequeño intercambio.

Basorexia [Pedri Gonzalez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora