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Dafne

Dos días después de la fiesta, mi colección de verano había salido al mercado y estaba siendo un éxito rotundo. Las redes sociales estaban llenas de comentarios positivos y elogios sobre los nuevos productos. Me sentía inmensamente orgullosa de mi equipo y de todo el trabajo duro que habíamos puesto en la colección. Sin embargo, mi cabeza era un torbellino de emociones respecto a Pedri.

Sabía que necesitábamos hablar, pero no quería que fuera una confrontación como la última vez. Decidí ser yo quien diese el paso esta vez y enviarle un mensaje para quedar y hablar.

Dafne: "Hola. ¿Podemos vernos para hablar? Creo que necesitamos aclarar algunas cosas. ¿Te parece bien esta tarde?"

Esperé nerviosa su respuesta, y unos minutos después, mi teléfono vibró.

Pedri: "Claro. ¿Puede ser en tu casa? En mi casa están mis padres de visita."

Dafne: "Claro, no hay problema, te paso ubicación"

Mientras esperaba a que llegara, me encontré paseando nerviosa por el salón. Me miré en el espejo, tratando de calmarme. Llevaba unos vaqueros ajustados y una camiseta blanca, algo sencillo pero cómodo. ¿Cómo iba a empezar esta conversación? ¿Qué le iba a decir?

Reflexioné sobre todo lo que había pasado entre nosotros en las últimas semanas. La tensión, la atracción, las peleas, y el beso en el baño que aún podía sentir en mis labios. No quería que nuestra relación se definiera por esos momentos de conflicto, pero tampoco podía ignorarlos.

Sentía un nudo en el estómago. No era solo por lo que Pedri pudiera decir, sino por mis propios sentimientos. Estaba asustada de abrirme completamente, de mostrarle lo vulnerable que me sentía. Pero sabía que debía hacerlo si quería que esto funcionara.

El timbre sonó, y mi corazón dio un vuelco. Respiré hondo y me dirigí a la puerta. Al abrirla, vi a Pedri con una expresión de mezcla de nerviosismo y determinación.

—Hola —dijo, con una sonrisa tímida.

—Hola. Pasa. —respondí, abriéndome para dejarlo entrar.

Nos dirigimos al salón y nos sentamos en el sofá, ambos incómodos por el silencio que se había instalado entre nosotros. Pedri fue el primero en romper el hielo.

—Tienes una casa muy bonita —dijo, mirando a su alrededor.

—Gracias —respondí, sintiéndome aún más nerviosa.

El silencio volvió a caer sobre nosotros, y supe que debía decir algo, cualquier cosa para aliviar la tensión.

—Pedri. Necesitamos hablar y aclarar muchas cosas —dije, tratando de mantener la voz firme.

—Sí. No quiero que sigamos así, sin saber realmente qué es lo que estamos haciendo —respondió, mirándome a los ojos.

Tomé una profunda respiración y decidí ser honesta.

—Estoy nerviosa, Pedri. No sé cómo empezar esta conversación porque hay tantas cosas que quiero decirte, pero no quiero que esto se convierta en otra pelea —admití, sintiendo cómo el nudo en mi estómago se apretaba más.

Pedri asintió, pareciendo entender.

—Yo también estoy nervioso Dafne. Pero creo que es importante que seamos sinceros el uno con el otro. Si queremos que esto funcione, debemos ser capaces de hablar de todo, incluso de las cosas que nos incomodan —dijo, acercándose un poco más.

Nos miramos a los ojos, y en ese momento supe que era el momento de abrirme completamente.

—No puedo ignorar lo que está pasando entre nosotros. Nos hemos acostado, y me encantaría seguir conociéndote. Creo que podría soportar a la prensa si llegase el momento —dije, tratando de sonar segura.

Basorexia [Pedri Gonzalez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora