FIVE

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Dafne


El sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación con una luz suave y cálida. Me desperté lentamente, disfrutando de la tranquilidad del momento. Todo parecía perfecto hasta que miré el reloj y me di cuenta de que se me había hecho tarde.

—¡Dios mío! —exclamé, saltando de la cama—. ¡Voy a llegar tarde al shooting!

El alboroto que hice al levantarme despertó a Pedri, quien se incorporó rápidamente.

—¿Qué pasa? —preguntó, todavía medio dormido.

—Tengo un shooting de mi marca y voy a llegar tarde —dije, apresurándome a recoger mi ropa y vestirme.

Pedri se levantó de la cama y comenzó a ayudarme a encontrar mis cosas, ambos moviéndonos frenéticamente por la habitación. Justo cuando me estaba terminando de vestir, alguien llamó a la puerta.

Nos congelamos, mirándonos asustados.

—No puede ser —susurró Pedri—. No puedo traer a nadie aquí y no te pueden ver.

Me escondió rápidamente en el baño y cerró la puerta con cuidado. Escuché cómo Pedri se acercaba a la entrada y abría la puerta.

—¿Qué pasa, chicos? —preguntó, tratando de sonar casual.

—¿Con quién estuviste anoche? —escuché la voz de Ferrán, divertida y curiosa.

—Con nadie —respondió Pedri, intentando mantener la compostura.

—Vamos, Pedri, no puedes mentirnos. La habitación de al lado es la mía y escuché gemidos —dijo Ferrán, provocando que quisiera morirme de la vergüenza.

Pedri intentó defenderse.

—Serían de otro lado, aquí no ha sido —dijo, tratando de sonar convincente.

—¿Y qué pasaría si entro al baño? —preguntó Fermín, con un tono irónico y divertido.

Mi corazón latía con fuerza mientras esperaba el siguiente movimiento de Pedri. Sentía que el tiempo se había detenido, cada segundo era una eternidad.

—No hay nada en el baño, Fermín. ¿Por qué no me dejáis en paz? Tengo cosas que hacer —respondió Pedri, intentando mantener la calma.

Desde mi escondite, escuché cómo Ferrán y Fermín murmuraban algo antes de que Ferrán hablara de nuevo.

—Vale, vale. Te dejamos en paz por ahora. Pero recuerda, nos debes una explicación más tarde —dijo Ferrán, riendo.

Finalmente, escuché la puerta cerrarse y respiré aliviada. Pedri se acercó al baño y abrió la puerta, encontrándome con una expresión de alivio y vergüenza.

—Lo siento mucho, Dafne. No pensé que esto pudiera pasar —dijo, tomándome de la mano.

—Está bien. Solo necesito salir de aquí antes de que alguien más venga —respondí, tratando de mantener la calma.

Nos movimos rápidamente por la habitación, recogiendo mis cosas en un silencio tenso. Aunque ambos sabíamos que la situación era incómoda, había algo más que no podíamos ignorar.

—Pedri, creo que necesitamos hablar —dije finalmente, deteniéndome y mirándolo a los ojos.

Él asintió, su expresión seria.

—Sí, tienes razón. Esto... lo que está pasando entre nosotros, es complicado.

Nos sentamos en el borde de la cama, cada uno en silencio por un momento, buscando las palabras correctas.

Basorexia [Pedri Gonzalez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora