(X) Exhausto

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Capítulo diez!! Que emoción!! Como celebración, doble actualización 😉.

Enzo
(Antes del beso con Erica)

¿Qué carajo?

—¿A qué te refieres?— estaba nervioso, y creo que era bastante notorio para ella.

Aunque tenía mis motivos para estarlo, y su lenguaje no era claro, aún peor.

—Dame tu número, quiero mantener el contacto— extendiendo su brazo, tomando su celular, ordena.

—¿Y qué te hace pensar que yo también quiero?— arqueando una ceja digo —. No te pienso pasar mi teléfono, ni mucho menos una red social, antes de que pregunt—

Ella posa un dedo en mi boca, callándome, antes de que termine de hablar.

Ought, que irritante.

—Si no me das tu número de celular, haré público tu caso, quedarás como un idiota, y nadie querrá ser tu pareja luego de enterarse lo que me hiciste, aunque, claro, lo exageraré, nadie te querrá.

Oh, no, la caprichosa.

Y mi conciencia tenía razón, si el "caso" se hacía viral, podría llegar a los ojos de Boris y que decida despedirme.

Yo no sabía que tan grave era lo que le hubiera hecho, pero no podía arriesgarme, mucho menos si exageraba todo, a que mi jefe desconfiara de mí.

—¿Es acaso chantaje lo que estás aplicando en mí?— pregunto, aunque ya se la respuesta. Es un sí rotundo.

—Tú tampoco me diste muy buen trato, tengo derecho a desgastarme un poco— responde.

Aght, odiaba a... a...? ¿Cómo era su nombre?

—Escucha, hablo en serio, perdón, no sé por qué lo hice y puedo jurarte que no lo he vuelto a hacer con nadie más, así que—

—¿Qué no has vuelto a hacer con nadie más?— me interrumpe, con cierta sonrisita —, ¿no volviste a follar o no volviste a hacer la parte en la que me dejaste tirada? 

¿Qué te importa?

¿En qué te metes? Ni siquiera sé tu nombre, ¿no te das cuenta de lo poco relevante que eres en mi vida?

Bueno, basta de insultarla, conciencia.

Bini, bisti di insintirli, cincinci.

¿Eso se supone que es italiano?

Ougth, déjalo.

Como sea, no entendía a qué venía la pregunta de aquella desconocida — ¿era completamente una desconocida? —, o sea, no tiene nada que ver con el resto de la conversación y esa es información personal que no estaba dispuesto a darle.

¿Quién se cree que es?

—Eh... yo...— no sabía qué responder, estaba en blanco.

Ella volvió a posar su dedo en mi boca, pidiendo silencio. 

La odio, o sea, espacio personal, cariño.

Sí, sí, conciencia (es mejor darle la razón a los locos).

¡Ey! ¡Escuché eso!

Ya lo sé, por eso lo pensé, además, sería imposible que no supieras sobre mis pensamientos, estamos en la misma cabeza, ¿recuerdas?

—No pasa nada si no quieres explicarme— volviéndome a la realidad, dijo —, me lo comentas luego.

Guiñó su ojo derecho y sacudió su celular con la mano izquierda, pidiéndome mi número.

Mi niñero [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora