(XII) Fiesta

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Erica

Confundida.

Así me sentía: confundida.

Y, aunque me diera verguenza admitirlo, no tenía las agallas para enfrentar mis errores.

Era una gallina, una cagona.

¿Por qué en mi mente no cabía la idea de que las personas teníamos derecho a la equivocación?

Por eso mismo había tomado la decisión abrupta de escaparme. Necesitaba distraerme de Enzo, y una fiesta ayudaría con eso.

"Perdón. Nos vemos mañana :)"

Eso decía la estúpida nota que demostraba que era una simple miedosa.

Una simple miedosa.

Había hecho lo mismo de siempre, escapar, pero no solo de mi casa, escapar de mis problemas.

Erica: ¿Dónde es esa fiesta que me comentaron?

Cora, Nora y Vizy habían estado hablando sobre una fiesta, a la que había rechazado por falta de ganas.

Una vez que quizás podías salir y no quieres.

Ahora mismo, estaba desesperada por tomar un poco de alcohol y olvidarme de mi abrupta decisión de besar a Enzo.

Ambos sabíamos que había sido el impulso y no había atracción. Y por más que él siguiera negando aquello, lo notaba descaradamente.

Una vez que la dirección había llegado a mis ojos, no dude en trepar por mi ventana e huir a casa de Cora, donde Marga, ella y yo nos arreglaríamos.

Sabía que Cora me permitiría usar alguna de sus prendas y maquillaje, así que ni siquiera me esforcé en arreglarme un poco.

La casa de Cora no era demasiado lejos de la mía, pero lo suficiente para saber que caminar hasta allí no era una opción.

Pensaba en mis alternativas al auto -que no podía usar si no quería que Enzo supiera dónde estaba, ya que probablemente Eros me delataría - cuando vi mi bicicleta rosada de los doce años a la vista.

No la usaba desde que había terminado la primaria, así que era bastante improbable que me quedara cómoda, pero como no tenía muchas mejores opciones, decidí andar en ella hasta casa de Cora.

Sentada en mi vehículo rosado con mariposas en él, empecé a pedalear sin mirar atrás en dirección al hogar de mi mejor amiga.

***

—¡Les dije que esto iba a terminar en una historia de amor!

Acababa de contarles a mis amigas todo lo que había pasado con Enzo, y, como probablemente era de esperarse por todos, Cora enloqueció.

—¡Es que es un cliché, chicas! ¡Era muy predecible!— y si en algo tenía razón ella, era en que desde el principio había dicho que Enzo y yo terminaríamos enamorados.

Y, aunque claramente ninguno estuviera enamorado, estaba claro que nuestro beso había sido un gran avance romántico a los ojos de Cora.

Solo ante los ojos de Cora y ese tipo de personas que romantizaban todo.

Sí, claro, para nada todos pensamos lo mismo.

¡Tú no cuentas, conciencia!

Quizás yo no cuente, pero nuestros lectores sí.

¿Lectores?

Ups, cierto que tú no sabes.

¿Qué? Bueno, como sea, ignorarla.

Mi niñero [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora