Capítulo 4

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—¿Tienes tu certificado médico actualizado? —Giselle preguntó educadamente mientras entraba en la caseta en la entrada del circo. Un lugar para la venta de tickets y bienvenidas en lugar de preguntas sobre tu salud sexual.

—Ah, sí. Aquí está. —Revolviendo en mi pequeño bolso de cuentas, desplegué mi documento de trabajo y se lo entregué.

Hunter no dijo ni una palabra a mi lado, sus ojos agudos y llenos de autoridad.

Miraba por encima de mi cabeza, observando a las otras personas dentro de los límites de su circo. Otros transgresores que ya habían pasado esta prueba y estaban libres para mezclarse, proponer y disfrutar.

¿Cuánta gente había aquí esta noche?

A diferencia de un circo ruidoso y abarrotado, esto era discreto y lleno de susurros. De vez en cuando, una risa se deslizaba por la noche, pero en general,
los únicos sonidos provenían del carrusel bellamente pintado y sus ponis que saltaban y giraban.

—¿La gente realmente monta en el carrusel? —Le pregunté a Hunter mientras Giselle se giraba para escanear mi documento en lo que fuera que tuvieran para llevar un registro de personas sexualmente hambrientas como yo.

Dios, ¿y si venden esa información?

¿Y si se filtra y otros descubren que yo...

Apreté mis dientes y mis manos.

¿A quién le importa?

Si otros tenían demasiado miedo para vivir como querían vivir, entonces ese era su problema, no el mío. Era una adulta. Prácticamente de mediana edad en este punto, y quería experimentar.

Hunter dejó de mirar con enojo a los demás invitados y me clavó sus extraños ojos morados.

Puedo decir con seguridad que nunca volveré a ver la lavanda de la misma manera.

—¿Por qué montarían en un caballo de mentira cuando pueden montar a otra persona? —Se rió en voz baja—. Pensé que era mejor tener al menos una atracción de feria para cumplir con los términos y condiciones de un circo.

—¿Términos y condiciones?

Encogió los hombros.

—Podemos atender a un mercado muy diferente que la mayoría, pero aún tenemos los juegos que puedes jugar, los espectáculos que puedes ver, la comida que puedes comer y el talento que actúa.

—¿En serio?

Se rió.

—Por supuesto. No importa que los juegos sean lascivos y sugerentes, los espectáculos sean en su mayoría pornografía en vivo, la comida sea para untar y lamer, y el talento... entre los que me incluyo, por cierto... se presente de maneras
definitivamente no aptas para ojos inocentes.

—Soy inocente —susurré.

—Pequeña bruja, eres cualquier cosa menos inocente. —Enroscó su dedo en mi cabello—. Me diste tu mayor vulnerabilidad. Me dijiste tu deseo supremo. Y voy a cumplir ese deseo. —Pasó su nariz por mi cuello—. Voy a tomarte, desvestirte, lamerte, acariciarte, atarte, azotarte y luego follarte. Una y otra vez. Cuando amanezca, estarás tan corrompida que tendrás que vivir el resto de tu vida con el conocimiento muy real de que necesitas un tipo especial de hombre para rascar ese tipo de comezón.

Sus palabras estaban extrañamente cerca de mis propios pensamientos, haciéndome estremecer.

—¿Y si mañana me despierto y descubro que arruinaste toda esta perversión prohibida?

—Entonces ese será un día muy triste de verdad. —Besó mi mejilla con una amabilidad persistente que me deshizo un poco más—. Me gustas de esta manera. Me encanta saber que estás empapada por mí. Que si nos quedáramos en este lugar un poco más, un charco crecería debajo de ti, todo porque estás desesperada por algo que solo yo puedo darte.

Secrets  «  [Evan Peters]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora