Ambos hombres siguieron mi lento recorrido por la espesa alfombra negra.
Hicimos una procesión depravada mientras yo arqueaba la espalda y revelaba desvergonzadamente la necesidad empapada entre mis piernas. El brillo de mi deseo y el de Hunter. La hinchazón de ser penetrada. Las partes de mí que ningún otro hombre
había mirado.Me arrastré como si llevara mil diamantes.
Clavé los dedos en la alfombra como si valiera un millón de estrellas.
Mis caderas balanceándose con una sórdida invitación.
Mis rodillas se abrieron en caso de que uno de ellos decidiera caer detrás de mí y montarme como los monstruos que eran.
—Mierda, te ves bien, —gimió Evan, sus pies descalzos golpeando silenciosamente detrás de mí—. Puedo ver cada centímetro de ti. Cada centímetro húmedo y tentadoramente rosado.
—Ella se siente tan bien como luce, —murmuró Hunter—. Te envidio. Envidio ese primer empujón hacia ese calor tenso y resbaladizo. Envidio cómo reaccionará al tenerte finalmente dentro de ella.
Evan gruñó.
Miré por encima del hombro.
Mi corazón latió con fuerza cuando noté que ambos hombres se masturbaban. Dos penes, dos puños, dos pares de ojos encerrados entre mis piernas desnudas.
—¿Dije que podías mirarnos? —Evan espetó, acariciándose con un escalofrío.
—No, Señor. —Volví a mirar a la cama, subiendo lentamente los tres amplios escalones. Apenas podía respirar mientras atravesaba el superior. Llegué a la cama; fui a ponerme de pie. Pero una orden deliciosa y oscura hizo congelarme.
—Espera, —ordenó Evan.
—Sí, Señor. —Incliné la cabeza, moviéndome para descansar sobre mis talones.
—Quédate a cuatro patas.
Inmediatamente retomé mi postura de gatita sexual.
—Hunter, —llamó Evan arrastrando las palabras con un tono peligroso—. ¿Ves lo que yo veo?
La perezosa y acalorada voz de Hunter resonó detrás de mí. —Veo un coño pidiendo una polla. Puede ser tuyo o mío... Estoy seguro de que a ella no le importará.
—Veo restos de tu semen en ella, —gruñó Evan—. Y dado que ahora es mía para mancharla y marcarla... limpia tu maldito desastre.
—¿Mi desastre?
—Lámelo, —ordenó Evan furioso—. Ahora.
Hunter gimió. Fuerte.
—Será un puto placer. —Moviéndose hacia mí, el suelo tembló un poco cuando cayó de rodillas detrás de mí. Sus manos aterrizaron en mis caderas, empujándome hacia adelante, inclinándome para poder alcanzarlo mejor. Con él en el suelo y yo en el tercer escalón, su aliento calentaba mi sexo con cada palabra que decía—. ¿Y si se corre en mi lengua?
Evan hizo un ruido que revolvió mi estómago.
—Si lo hace, será castigada. —Mientras subía las escaleras, Evan se detuvo a mi lado y miró hacia abajo—. Si terminas en la lengua de Hunter, Ella, te ataré y te llevaré hacia cien orgasmos. Usaré todos los juguetes de esta habitación hasta que estés tan empapada en sudor, tan fuera de ti por la necesidad, que olvidarás incluso que eres humana. Sólo existirás para que yo te saque de tu miseria, pero no lo haré.
Se inclinó y pasó sus dedos por mi cabello.
—Te dejaré en el filo de la navaja. Te llevaré a casa, a nuestro apartamento, y confiscaré todos tus vibradores que escucho zumbando a través de las delgadas paredes. Te ataré las muñecas a la cabecera para que no puedas masturbarte. Te provocaré sin descanso. Te mantendré en la cima hasta que pierdas tu mente siempre amorosa y entonces, y sólo entonces, cuando haya pasado una semana y estés medio muerta de necesidad, te penetraré hasta que grites.
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Secrets « [Evan Peters]
FanfictionPuedo ser propiedad de dos hombres, no solo de uno. Puedo vivir mis fantasías más salvajes y enseñarle a Evan Peters una lección por todas las miradas frías y despectivas que me ha dado. Puedo ser suya por una noche. Puedo hacer que se rinda, le pid...