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"Papá, Papá. Mírame, mírame"

El pequeño Seunghan gritaba, alegre a su padre mientras se mecía en el columpio tan alto como su tamaño y edad se lo permitía.

"Papá, ¿me viste?" Volvió a exclamar, emocionado por el salto que dio desde lo alto y caer con buena postura sobre la gravilla y arena.

"Te he visto" Sonrió con ternura, revolviendo los cabellos rizados. De su hijo.

"¡Calificación, dame una Calificación!"

"Eres un pequeño angelito revoltoso, ¿lo sabías? Te mereces un..." el hombre hizo el amán de pensarlo "... ¡diez! ¡Calificación perfecta!"

El pequeño niño de a penas cuatro años pegó una adorable carcajada. Seungcheol admiró a su pequeño Seunghan, de pronto quiso llorar al recordar los primeros días y semanas que había pasado con él.

Se había mostrado reacio a querer verlo, si quiera a querer cargarlo o tocarlo. Cuando se llegó el momento del parto, ni siquiera estuvo a lado de Rachel, lo cual fue parte del pequeño acuerdo que habían hecho cuando Jeonghan todavía estaba con él. Por supuesto lo mujer no estuvo sola, la madre de Choi se encargó de socorrerla  en última instancia.

Fue una semana en que la mujer permaneció junto al pequeño y regordete niño, tal vez lo suficiente o no, para encariñarse con él. Aún así, con un tierno beso en su frente, entregó al pequeño bebé a la abuela. Posteriormente lo siguió visitando, pero entendió que, a pesar de ser la madre biológica, no tendrá el derecho de reclamarlo como suyo, o al menos no totalmente, pues al menos se convirtió en la madrina del chiquillo Choi Seunghan.

"Apá, tu teléfono" el niño tomó el móvil de su padre y lo alzó frente a su rostro.

Seungcheol pareció reaccionar. Saliendo de su ensoñación, contestó la llamada no sin antes avisar a su hijo que buscara los juguetes que había traído de casa para jugar con su padre.

Mientras Choi Seungcheol entablaba una conversación con uno de sus empleados, de la empresa de su padre, el pequeño niño salió corriendo en buscado de sus dinosaurios y los cochecitos. Cuando contó todos a todos sus juguetes se dio cuenta de que faltaba uno en específico.

"¡mi balón de fut!"

El pequeño, un poco alterado por la falta de su balón de fútbol, miró en todas las direcciones posibles. Buscó debajo de los columpios y la resbaladilla, entre el sube y baja y por el área del pasamanos. Tristemente el pequeño no pudo encontrarlo.

Muy cabizbajo, el pequeño infante de cuatro años caminó sin mirar por donde, pateando las pequeñas piedras que se le atravesaban hasta que un "auch" le hizo reaccionar. Levantó su rostro, un hombre mayor como de la altura de su padre se sobaba su espinilla y pudo notar un poco de sangre.

Alarmado, el pequeño niño corrió hasta llegar a él y se arrodilló para mirar la herida causada por su distracción.

"Lo siento mucho, señor" su voz entrecortada alertó al hombre. "¿Está bien?"

El hombre llevó su vista al rostro abatido del niño. Gruesas y pesadas lágrimas corrían por sus mejillas regordetas, desde sus grandes y expresivos ojos. Su corazón se derritió por la hermosura de un pequeño niño sintiéndose culpable por un simple descuido.

"No te preocupes, pequeño. Yo estoy bien ¿Ves?" Alentó, quitando sus dedos de la insignificante herida causada por el pico de una piedrilla. "No pasa nada, no hay porque llorar"

Después de un rato calmando al pequeño, al fin cesó su llanto. El hombre delgado le compró un helado de vainilla con chispas de colores y Seunghan como agradecimiento le dio un beso en la mejilla.

Ni Por Herencia  •Jeongcheol/Seventeen•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora