Capítulo 1

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Kim Hongjoong había nacido y crecido en España, su padre, originario de Corea se había casado con la hija de un contratista español en busca de una mejor vida. La boda fue celebrada por ambas familias y pronto la pequeña empresa textil de los Kim prosperó en Madrid hasta convertirse en una de las mayores empresas productoras de tela en el sur del continente Europeo.

El matrimonio tuvo dos hijos, BumJoong y Hongjoong. Los niños crecieron en la gran casa que su familia poseía en Madrid, siendo atendidos por cuidadosas niñeras que se encargaban de facilitarles toda tarea que pudieran imaginarse. Las caricias proporcionadas por los abuelos maternos nunca faltaron en la infancia de los hermanos Kim. Eran queridos por todos, en su casa, en el vecindario, en la escuela y en el gran taller de costura que se encontraba frente a la fábrica textil.

Hongjoong recordaba los paseos en carro hacia el puerto de Barcelona, donde grandes barcos anclaban y desembarcaban toneladas de algodón que llevaban hacia la fábrica. Después de eso, Hongjoong caminaría de la mano de su padre hacia el interior de las fábricas, donde vería de primera mano la cuidadosa fabricación de aquellas majestuosas telas con las que cientos de mujeres elaborarían los vestidos y trajes más elegantes que Hongjoong hubiera visto.

Admiraba cada telar y fibra de tela que estuviera a su vista, si su padre estaba de buen humor, le permitía correr entre los cientos de mesas que trazaban patrones en los hermosos paños que serían llevados al taller. Y ahí venía su parte favorita del día, el taller de costura. Recordaba el gran techo que se cernía sobre él, con grandes focos que iluminaban el amplio espacio donde cuatro docenas de mujeres hacían patrones y cosían vestidos y tajes que expondrían en los grandes escaparates que darían a la calle.

De regreso en la gran casa Hongjoong dibujaría con los lápices de colores que su abuelo le regaló, bocetos de vestidos y camisas llenos de color, imaginándose como se verían en su padre, su madre, su hermano y hasta en el mismo. Pegaría con una tachuela los dibujos sobre el pizarrón que su padre tenía en su despacho. Su madre le comenzó a enseñar a usar la aguja y el hilo, incluso fue ella la que le consiguió su primer máquina de coser, ambos habían salido temprano y abrigados del gélido aire otoñal que rondaba por las elegantes calles de Madrid hacia los centros comerciales.

Un Hongjoong de apenas unos once años tomaba de la mano a su madre, una elegante mujer de ahora treinta años que caminaba erguida por las abarrotadas calles. Hongjoong miraba con ojos curiosos todo a su alrededor, rara vez salía más allá del patio de su casa o la grande fábrica. Incluso su escuela, estaba ubicada en una zona alejada del centro de la capital Española. Había hombres cubiertos con largas gabardinas grises y mujeres usando la falda corta que se había comenzado a popularizar.

Recuerda haber caminado por largas calles hasta llegar a una enorme tienda con un escaparate que leía "Suplementos de Costura". Habían entrado al establecimiento, siendo recibidos por una empleada sonriente que se dirigió a su madre educadamente.

-Buenos días señora, ¿En qué puedo ayudarle?

-Buscamos una máquina de coser, la mejor que nos puedas ofrecer.- La voz de su madre fue educada y serena en todo momento, enalteciendo la imagen poderosa que la mujer irradiaba. La empleada asintió mientras les indicaba que la acompañaran por los pasillos de la tienda hasta llegar a un escaparate con máquinas de coser.

La madre de Hongjoong dejó que su hijo soltase su mano para que fuera él mismo quien eligiera su propio instrumento de costura. El pequeño observó cada máquina que había en la vitrina, maravillándose con los colores y diseños que cada una tenía grabados. Caminó con los ojos puestos en las máquinas frente a él, escuchando los pasos de su madre y su empleada detrás de él.

-¿La máquina es para el pequeño?- Había cuestionado la empleada cortésmente.

-Lo es, se le da tan bien el diseño que podría ser el próximo Jean Patou, por eso mi marido y yo le buscamos una buena máquina de coser.

El patrón del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora