El cuello comenzó a dolerle a Hongjoong, obligándole a abrir los ojos. Al inicio, creyó marearse al encontrarse en cuarto completamente oscuro, sentado en un sillón que no conocía. Miró a su alrededor, intentando identificar algún mueble en la oscura habitación que tenía frente a él, se incorporó lentamente, mirando el tenso cuerpo de Yeosang a su lado. Comenzó a recordar lo que había sucedido, el pago, la policía, ahora estaba en casa del famoso Choi Jongho, con los jodidos oficiales llamando a la puerta. Los curiosos ojos de Hongjoong estudiaron el rostro de Yeosang, se veía pálido, asustado, tenso, incluso parecía que estaba sudando frío mientras se frotaba las manos con nerviosismo. Hongjoong quiso hablar, cuando escuchó como alguien, en el piso de abajo, alzaba la voz en lo que parecía ser una pelea. Se obligó a tragarse sus propias palabras, sus instintos activándose nuevamente y ahuyentando todo el sueño que quedaba dentro de él.
Esperó en silencio hasta que las voces debajo volvieron a ser imperceptibles dentro de la gran casa donde se encontraban. Pasó su mano con delicadeza sobre la de Yeosang, buscando calmar al menor. Con el primer contacto, Kang se tensó en su lugar, aunque al pasar unos segundos se relajó en el sofá, permitiendo que de alguna sutil forma, el más bajo lo confortara de la tormenta que su mente estaba causando y que lo terminaría ahogando lentamente. El toque de Hongjoong fue cálido, contrastando con la baja temperatura corporal que Yeosang poseía en ese momento. Kim observó los labios secos del contrario, además de pequeños rastros de piel que se habían levantado, y ya no era una sorpresa para él, había visto como Yeosang se mordía los labios inconscientemente cuando algo lo ponía ansioso o estresado, llegando a causar pequeñas heridas en los belfos.
Su mente vagó por la habitación, acostumbrándose a la oscuridad que los rodeaba y los sumergía en una angustia interminable, la pequeña lámpara de mesa que Jongho había encendido brillaba tenuemente en el espacio, dejando visibles un par de periódicos que no hacían más que anunciar el desastre democrático que se apoderaba de Portugal. Recorrió la mesa, viendo el delicado cenicero de porcelana, los bolígrafos esparcidos en el mueble. Levantó la mirada para notar los grandes estantes llenos de libros, y el escritorio con un pequeño retrato, el cual Hongjoong no pudo ver a detalle por la falta de luz en el despacho. Jongho parecía un hombre ordenado, o al menos, uno que sabía esconder cualquier signo de su negocio y venta implícita de telas en el territorio marroquí.
-Ya llevan casi una hora interrogándolo.- Murmuró Yeosang con pesar mientras miraba a Hongjoong. El mayor asintió antes de bajar la mirada. -Era una trampa, los compradores seguramente trabajan para la estúpida policía alemana y estaban esperando el momento para poder detenerlo.
-Tal vez se enteraron de alguna otra forma Yeosang.- Hongjoong murmuró, con las palabras dejando un amargo sabor en su boca.
-No, nadie tuvo que saberlo, nadie.- Yeosang hablaba con una voz seria que mandó escalofríos por la columna de Hongjoong.- Se supone que sus clientes no lo dicen, no tendrían porque decirlo.- Habló Yeosang con cautela.
-¿Porqué le dirían a los oficiales alemanes?- Hongjoong preguntó con inocencia mientras inclinaba la cabeza hacia donde estaba Yeosang, ambos compartiendo susurros.
-Hongjoong, Alemania ha salido de la sociedad de las naciones.- Yeosang comenzó.- ¿Sabes que significa eso?
Hongjoong se quedó en silencio un momento, había escuchado de la sociedad de las naciones varias veces, la unión de potencias firmando un tratado de paz, una forma de prometer silenciosa y democráticamente que el horror vivido en 1914 no se repetiría. Hongjoong sabía que la salida de Alemania era una declaración de enemistad con los demás países que estaban controlando el mundo en ese momento. Hongjoong sabía que aquella crisis de los 20, el comienzo del cambio de gobiernos en España y Portugal, la inmigración a Marruecos, la invasión Japonesa a países asiáticos, era todo menos una noticia. Era una canción que anunciaba el peligro en el que se sumergía todo el mundo. Hongjoong se asustaba de no leer el periódico y enterarse de todo lo que estaba sucediendo en el mundo, pero al mismo tiempo, una parte suya le rogaba mantener la mentira de Marruecos y escapar de aquellas horribles noticias que se encontraban en todos lados.
ESTÁS LEYENDO
El patrón del amor
Historical FictionTras mudarse a Tánger para huir de la guerra que arrasa Europa, Hongjoong comienza un taller de costura, sin esperar el momento en que este lo lleve a trabajar como espía para la resistencia británica, y enamorarse de uno de los oficiales que encab...