Capítulo 6

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Tres días, tres jodidos días donde Hongjoong había esperado genuinamente ignorar el tema de que posiblemente tendría que acompañar a Yeosang por el dinero que les estaban pidiendo. Sin embargo Hongjoong se había equivocado, jamás había visto tanto ajetreo en la posada. La calma y el somnoliento ambiente que lo envolvía día tras día había sido sustituido por un constante ajetreo y caos que incluso hacía que, un par de los huéspedes se hayan tenido que ofrecer a cocinar. Doña María había traído algunas muchachas marroquíes que estaban limpiando excesivamente las habitaciones que tendrían que tener desocupadas, moviendo muebles y reordenando los salones de estar de la casa. Incluso Yeosang, quien había mantenido la cabeza fría en la mayoría de casos, se encontraba ahora corriendo de un lado a otro y gritando instrucciones al grupo de hombres enviados para cambiar y mover muebles. No solo eso, Hongjoong podía jurar que por las noches el ruido era cinco veces peor, escuchaba los pesados pasos de personas entrando y saliendo, ni siquiera entendía porque todo el ajetreo nocturno. Sus sentidos se habían vuelto más agudos, sintiendo incluso las pesadas miradas de algunos trabajadores sobre él cuando estaba comiendo o sentado leyendo algún libro.

Fue hasta el último de los tres días previos a la misteriosa tarea que Yeosang se sentó a su lado. Hongjoong había estado leyendo uno de los libros que encontró en la posada, sentado cómodamente en los sillones del salón que daba al patio, cuando el más alto se desplomó en el sillón junto a él, con los ojos cerrados y el ceño fruncido. Hongjoong miró a Yeosang atentamente, mientras cerraba el libro y se inclinaba para mirar al contrario, absteniéndose de hacer algún comentario acerca del obvio estado de estrés de Kang. Escuchó al contrario respirar pesadamente por un par de minutos hasta que vio como sus músculos se relajaban y abría los ojos lentamente, como si se estuviera despertando. Las facciones de Yeosang poco a poco comenzaron a suavizarse y después de un par de segundos finalmente abrió sus ojos lentamente.

-Estoy a tres de pegarme un tiro.- Yeosang suspiró mientras sonreía suavemente, escuchando a Hongjoong reírse con la garganta. -Me mandan a trabajar con esos inadaptados, se supone son un equipo de mudanzas pero no saben bajar una cama por las escaleras.

-No seas tan cruel Yeosang, yo tampoco se hacerlo.- Hongjoong sonrió mientras ambos reían y se sumergían en un cómodo y relajado silencio. A Hongjoong le gustaba pensar que, Yeosang lo buscaba porque de alguna manera él era un espacio seguro para el más alto. Hongjoong nunca había tenido amigos que realmente recurrieran a él, así que pensar que en las semanas que llevaba allí al fin pudo encontrar un amigo en el cual apoyarse y viceversa, hacía que un sentimiento de calma invadiera su pecho.

-Estuve hablando con él.- Yeosang murmuró, obligando a Hongjoong a inclinarse en el sillón para escuchar al contrario con más claridad. -Tuve la osadía de robarte tu libreta de diseños para mostrársela, y cree que realmente eres talentoso.- Yeosang prosiguió, Hongjoong ni siquiera se había dado cuenta de que su libreta de diseños había faltado en esos tres ajetreados días.

-No entiendo bien Yeosang.

-Choi Jongho, el dueño de una fábrica de telas que se estableció en Portugal hace unos años.- Yeosang miró a Hongjoong, intentando ver una reacción de parte del mayor, sin embargo Hongjoong seguía en blanco. Claro que sabía que seguramente era alguien importante, pero su nombre no tenía ningún significado dentro de su cabeza.

-En serio no sabía de él.- Respondió Hongjoong mientras Yeosang hacía un gesto con las manos, y seguía hablando.

-Bueno. él está buscando pasar tela hacia Tánger para venderla a los países Europeos, sin embargo tiene que pasar por el control de gobierno, en el cual dicen, están infiltrándose políticos Alemanes. Le mostré tus diseños y él cree que sería buena idea abrirte un negocio de costura en Tánger.

El patrón del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora