Estuvo encerrado en su recámara tres días, no salió cuando llamaron para comer, no salió para merendar y tampoco a la hora de la cena, había una sensación de vértigo en su pecho que le hacía querer llorar, sin embargo ninguna lágrima salía de sus ojos por más que lo intentara. Sus manos seguían teniendo un ligero temblor que lo inquietaba, además de las veces que tuvo que vomitar un líquido amarillo y viscoso. Se sentía terrible, ni siquiera tendió su cama. No abrió la libreta de diseños, no se duchó, simplemente se quedó sentado en la cama, con la cabeza escondida entre sus piernas, rodeando estas e intentando sentirse menos desprotegido en aquel sentimiento abrumador que lo consumía lentamente. Se sentía tan perdido, asustado, pequeño, vulnerable. Hongjoong odiaba sentirse vulnerable.
Al cuarto día se levantó perezosamente cuando el ruido del cerrojo de la puerta lo despertó, se levantó sobresaltado, con el corazón latiendo rápidamente y los ojos aún cerrados por el sueño profundo del que se levantaba. Miró una silueta delgada abrir la puerta y caminar hasta su cama tras dejar algo en el escritorio. Se puso de pie sobre el colchón, asustado y ansioso, sintiendo como lo jalaban para que se sentara.
-No te voy a hacer daño, hombre, vengo a ver si sigues vivo.- La gruesa voz de Yeosang lo calmó, dejando de sentirse en peligro, se frotó los ojos mientras enfocaba al contrario, quien lo miraba con preocupación. -¿Te has bañado?
Hongjoong negó mientras sentía como el hombre más alto lo ponía de pie y caminaba hacia el baño, escuchó los murmullos enfurruñados de Yeosang y el agua de la ducha llenar la tina. Sus ojos siguieron la silueta de Yeosang, que tomaba una bandeja del escritorio y la dejaba en la cama. -Tienes diez minutos para desayunar antes de que te metas a bañar.
Kim asintió mientras comía el desayuno que Kang había preparado para él, el sabor del tocino y el huevo frito en su boca jamás había sido tan delicioso, la comida seguía caliente, y Hongjoong disfrutó de la placentera sensación de poder comer algo después de cuatro días. Engulló rápidamente el desayuno y sostuvo con cuidado la taza de café que tenía frente a él. Sintió el calor del líquido pasar por su garganta, reconfortándolo y borrando el amargo sabor del vómito de días anteriores. Yeosang estaba parado frente a él, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, aunque Hongjoong podía ver la mirada de preocupación que tenía.
-Se nota que tenías hambre.
-Si, ni siquiera yo lo había notado, no se qué me pasó.
-Tuviste un ataque, mi papá recibía muchos pacientes así en Corea, después de un evento o noticia impactante, ellos solían reaccionar de ese modo.- Los ojos de Yeosang se oscurecieron, como si hablara de algo que nadie más podía saber, su voz también bajó un poco. -A veces, quedaban así; locos, confundidos, la guerra hace estragos en la mente humana.
Hongjoong lo escuchó atento, inclinándose un poco hacia Yeosang y mirándolo atentamente, antes de que ambos escucharan el agua caer de la tina. Yeosang corrió a cerrar el gua de la llave, regresando con una expresión serena, como si nada hubiera pasado, y la conversación anterior no hubiera sucedido.
-Métete a bañar apestoso, mientras yo lavo las sábanas de tu cama, así se va ese feo sentimiento.- Hongjoong sonrió mientras cerraba la puerta del baño, se desvistió apresuradamente y entró al agua caliente de la tina, sintió como si de repente toda la angustia que había vivido se esfumara, en su lugar su mente se quedó en blanco.
Agradecía que Yeosang lo hubiera sacado de esa burbuja que lo enloquecía, definitivamente la ducha era la mejor solución a cualquier sentimiento negativo o de angustia. Hongjoong se quedó unos minutos acostado en el blanco mármol, relajando sus músculos y suspirando cuando el vapor golpeaba su rostro con suavidad, sintió cada gota de agua contra su piel. Con cuidado tomó la esponja y el jabón, frotándolo contra su cuerpo en un toque relajado y suave. ¿Cuándo fue la última vez que se había permitido disfrutar tanto un baño?
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El patrón del amor
Historical FictionTras mudarse a Tánger para huir de la guerra que arrasa Europa, Hongjoong comienza un taller de costura, sin esperar el momento en que este lo lleve a trabajar como espía para la resistencia británica, y enamorarse de uno de los oficiales que encab...