Capítulo 2

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Hongjoong regresaba a su casa aquella mañana después de haber tomado un paseo por la plaza de Madrid, si sus diecinueve años le trajeron algo bueno, fue la libertad de poder salir a donde quisiera sin tener que obtener un permiso por parte de sus padres. Algunas mañanas prefería sentarse en algún restaurante a tomar el desayuno en lugar de estar en casa escuchando los constantes reclamos de parte de su padre hacia cualquier ser humano en la casa Kim. Bumjoong había bromeado en varias ocasiones acerca de como la edad comenzaba a afectar el humor de su padre, quien era menos tolerante a cualquier persona cerca de él.

Hongjoong sabía que no podía hacer nada para evitar las discusiones y alegaciones absurdas que su padre soltaba, por lo que recurría a estar lejos de él el mayor tiempo posible. Como en aquella ocasión. Sus ágiles pies lo llevaban por las elegantes calles madrileñas, con un periódico en su brazo, escondiendo la revista de moda que recién había adquirido. Miraba con ojos opacos el solitario barrio hasta llegar a su casa. Llamó al timbre y esperó a que lo recibieran, habiendo deseado llegar para encontrar que el desayuno había terminado y no había nadie en el comedor.

Sin embargo, y para la amarga sorpresa de Hongjoong, no había sido así. Escuchó las voces provenientes del comedor, identificando la gruesa y áspera voz de su padre.

-La peseta cayó ayer, no le ven mucho futuro a las empresas grandes.- Había hablado el señor Kim, captando la atención de Hongjoong inmediatamente.

-Lo sé, estuve viendo que en otros países sucedieron cosas similares, incluso parece que América está en una situación similar a la nuestra.- Logró escuchar a su hermano hablar con voz trémula.

Hongjoong miró entonces el periódico en su mano, deteniéndose en la primer plana, que leía con grandes letras negras; "LOS FELICES VEINTES SE HAN ACABADO, COMIENZA LA DEVALUACIÓN DE LA PESETA EN ESPAÑA". El corazón del hombre se detuvo mientras buscaba la página indicada debajo del encabezado, en su mente apenas hacían sentido todas aquellas palabras escritas en tinta.

"España se enfrenta a la crisis económica más preocupante de la década, Wall Street se derrumba un 12% esta mañana, con todos los índices en caída libre. Esta devaluación ha hecho que los accionistas vean todo su dinero como una pérdida, al no poder estabilizar el precio de nuestra moneda, fábricas, acciones, casas y posesiones comienzan a venderse en esta crisis económica a la que nos enfrentamos..."

-No.- Hongjoong miró hacia el comedor, sus ojos encontrándose con los de su padre, fríos y calculadores, invitándolo silenciosamente a unirse en aquella mesa y debatir el devastador futuro que les esperaba.

-Veo que al fin leíste algo más que no es sobre ropa- Las palabras de su padre, eran frías, como una cachetada que impedía a Hongjoong pensar claramente.- Estamos en crisis Hongjoong, no hay dinero, ni aquí ni en ningún otro país, 1929 nos dio un tiro por la culata y no hay nada que podamos hacer.

El menor no respondió, mirando con ojos desconsolados al hombre frente a él, negándose a perder la fábrica y el taller que habían sido su vida. No supo cuánto tiempo estuvo ahí de pie, mirando hacia algún punto en la habitación. Sintió las manos de su madre en sus hombros, mientras lo obligaba a caminar hacia el jardín de la casa, Hongjoong se dejó guiar inconscientemente, su mente sin pensar con claridad en la ola de realidad que lo acababa de golpear.

-Hijo.- Su madre habló suavemente mientras ambos tomaban asiento en la pequeña mesa que se localizaba en el jardín. -Sabes que no hay nada que pueda hacerse.

-No pueden vender la fábrica... el taller- Las palabras de Hongjoong eran una súplica, sus ojos se cristalizaron mientras miraba a la mujer frente a él.

-Hongjoong, veremos como salir adelante, pero no podemos estar perdiendo tanto dinero, o vendemos la fábrica, o vendemos la casa.

Hongjoong miró sus propias manos, que temblaban ligeramente mientras su madre hablaba, vender la casa, era una idea que Hongjoong tampoco quería aceptar, una cruel idea despedirse de la casa que no solo lo vio crecer a él, si no que también fue hogar de su madre y su abuela. Era una casa familiar, una que contaba recuerdos en cada habitación.

El patrón del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora