XIV ¿Es una orden?

4.4K 744 389
                                    

No quiero sentirme nerviosa, pero lo hago de todos modos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No quiero sentirme nerviosa, pero lo hago de todos modos. Siento que el corazón me va a estallar dentro de la caja torácica y, de todos modos, estoy aquí, sentada junto a Velkan en el comedor principal del castillo, tomando mis alimentos —o, al menos, intentándolo— rodeada de vampiros nobles. Escuchándolos hablar sobre otros miembros de la corte, sobre las decisiones tomadas en la capital por el príncipe Emilian y el descontento de los cortesanos más ortodoxos por el comportamiento del príncipe Razvan durante una gala real.

Las mujeres que fueron obsequiadas a Velkan ríen cuando los nobles lo hacen y, cuando alguno de ellos las mira para buscar su aprobación o contacto físico, ellas se los conceden con una elegancia que parecen llevar en la sangre.

Conforme la cena pasa y los ánimos van calentándose al compás del vino que es servido, las mujeres se vuelven más osadas. Se permiten la libertad de acariciar el cabello de algunos de los nobles e, incluso, intentan tocar al príncipe sin éxito alguno. Él no parece estar interesado en las atenciones de estas chicas y, pese a que no es grosero con ellas, no permite que le acaricien de ninguna manera.

Mientras todo esto sucede, yo trato, desesperadamente, de buscar una cara familiar. Un gesto amable entre toda esta gente, pero nadie del personal pareciera querer hacer contacto visual conmigo.

Es como si, de repente, fuese portadora de la peste o algo por el estilo. Como si me hubiese infestado de bichos indeseables y todo el mundo tratase de evitarme a como dé lugar.

Así pues, paso toda la velada sintiéndome miserable. Fuera de lugar entre estas criaturas pretenciosas, y renegada por aquellos que, se supone, eran mis iguales.

He tenido un nudo en la garganta en todo momento y eso me ha impedido comer en lo absoluto, pero he hecho mi mayor esfuerzo.

Finalmente, cuando las amistades de Velkan han bebido hasta comenzar a reír a carcajadas, el príncipe hace una seña en mi dirección y me pongo de pie. Él, sin decir una palabra, me toma por la muñeca y me hace sentarme sobre su regazo.

No quiero hacerlo, pero, de todos modos, me quedo aquí, quieta, sintiendo la mirada de todo el mundo fija en nosotros y la cara caliente debido a la vergüenza atronadora que me invade.

Velkan me aparta el cabello del hombro y se acerca para susurrarme al oído.

—Acaríciame el cabello —ordena y me tenso por completo, pero así lo hago. Con sutileza, me obligo a apartarle un mechón oscuro lejos de los ojos y él clava su mirada en mí mientras lo hago.

Su lengua moja sus labios y, de pronto, se siente como si pudiese olvidarme de que todo el mundo nos observa; sin embargo, hago acopio de toda mi dignidad, y le aparto las manos de encima antes de mirar hacia mi regazo en un gesto que, pretendo, luzca tímido y suave.

—Quizás deberíamos llevar esta fiesta a un lugar más privado, ¿no, Velkan? —Uno de sus invitados dice y, de reojo, soy capaz de ver cómo nos regala una mirada cargada de diversión—. Imagino que estarás deseoso de probar a tu nueva adquisición.

Sangre y niebla ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora