Capítulo 9

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Con una gran devoción, Charlie acercó su cuerpo al de Adam, mientras ambos irradiaban un calor que parecía surgir desde lo más profundo de sus almas. Adam, aún sumido en el sueño, sintió un leve y firme contacto sobre su pecho. Este toque delicado pero seguro lo sacó de su letargo.

Aún soñoliento y cansado, Adam levantó la mirada hacia el lugar donde había sentido el contacto. Sus ojos, normalmente llenos de arrogancia y desdén, se iluminaron al ver a Charlie. Por alguna razón, verla le causaba un ardor en el corazón que no podía ignorar.

Charlie, al escuchar los suaves movimientos de Adam, continuó fingiendo estar dormida. De pronto, sintió un suave beso en su mejilla, lo que hizo que se sonrojara. Lentamente, la rubia empezó a abrir los ojos, encontrándose con la mirada intensa de Adam.

—Buenos días, Charlie. Te ves muy hermosa hoy, ¿no crees? —dijo Adam con una sonrisa pícara.

Charlie lo miró fijamente, una gran sonrisa plantada en su rostro. Sus miradas se enfocaron, y el destello de sus ojos se concentró solo en ellos dos. Hasta que, inevitablemente, sus labios chocaron con gran pasión.

El juego recién había comenzado, y ambos intensificaron el beso. De pronto, Adam tomó a Charlie de las caderas y la empujó suavemente hacia la cama. El beso se volvió aún más intenso, y Adam empezó a utilizar su lengua, explorando cada rincón de su boca.

Mientras tanto, en el Hotel Hazbin, el ambiente era sombrío. Alastor observaba de lejos a Lucifer, quien se encontraba deprimido, bebiendo en el bar. Este comportamiento se había vuelto habitual desde que Charlie se había ido de luna de miel.

Con la curiosidad interviniendo en sus pensamientos, Alastor se acercó hacia Lucifer con una tétrica sonrisa.

—¿Extrañas a tu hija, no? —preguntó, su voz cargada de sarcasmo.

Lucifer levantó la mirada, su expresión una mezcla de furia y dolor. —Hace cinco meses que no regresa... Se suponía que solo era una luna de miel. No la crié para que se comportara así.

—¿Qué te hace creer que no regresará? —insistió Alastor, disfrutando cada segundo del tormento de Lucifer.

—Charlie... realmente está obsesionada con él. Y ahora que no hay nadie que la controle, dudo mucho que regrese —Lucifer parecía luchar con cada palabra, su orgullo herido.

Alastor soltó una carcajada seca.
—Qué situación más extravagante, su majestad. Pero, ¿no eres tú la máxima autoridad del infierno? ¿En serio piensas dejar que tu hija te controle?

—Es mi hija, imbécil, no es una decisión tan fácil —gruñó Lucifer, sus ojos brillando con ira.

—Eres muy ingenuo. No puedo entender cómo no te diste cuenta de su tonta fachada de niña buena. ¿Y ahora qué piensas hacer? ¿Quedarte aquí y hundir tus penas en el alcohol? Qué decepcionante —Alastor sonreía, disfrutando de cada palabra.

La ira de Lucifer alcanzó un punto crítico. Transformándose en su forma demoníaca, empujó a Alastor con una fuerza que lo hizo retroceder varios metros.

Alastor sin arriesgarse más se desvaneció en las sombras, dejando a Lucifer con una sensación de angustia indescriptible. “Nunca debí permitir que te casaras,” murmuró para sí mismo, “soy un idiota.” Sus pensamientos eran un torbellino de confusión y remordimiento, y su conciencia le atormentaba por las decisiones tomadas. Sus ojos irradiaban ira, mientras que la culpa lo devoraba internamente.

Unos suaves golpes en la puerta interrumpieron su reflexión. Lucifer se apresuró a abrir, sorprendido al ver a su hermana Emily.

—¿Emily? ¿Qué haces aquí? Deberías estar en el cielo —dijo Lucifer, visiblemente desconcertado.

Eres mi obsesión (Adam x Charlie Yandere) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora