Capítulo 10

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Un nuevo amanecer había comenzado. La luz tenue de la mañana atravesaba las ventanas en un espectáculo de luces, todo parecía tan tranquilo, pero esa paz era solo una ilusión.

Unos ojos que irradiaban ira y posesión se habían despertado. Charlie observó fijamente a Adam; él estaba tan sereno y seguro como siempre. Todo hasta que alguien tuvo que interrumpir sus planes.

La presencia de Emily y Lute era un peligro latente para Charlie. Necesitaba encontrar el momento perfecto para actuar y deshacerse de ellas. En su mente, las ideas se entrelazaban, desde las más atroces hasta las más viles. Charlie sonrió al hacer énfasis en ello; definitivamente odiaba las visitas inesperadas, especialmente en su refugio, su hogar, y con su esposo.

—¿Cómo llegaron hasta aquí? Se supone que nadie más, excepto yo, sabe que estoy aquí con Adam. Pero encontraré la manera de silenciarlas a mi manera. Oh, sí, eso será muy divertido...

La rubia se movió levemente sobre la cama, evitando hacer cualquier ruido o movimiento brusco. Adam aún seguía durmiendo, y lo último que quería era que se levantara y sospechara de todo ello.

Antes de irse al sótano, dirigió una última mirada a Adam. Era una mirada peculiar, diferente de las demás. Esta vez, una sonrisa extendida... La intensidad de esta era escalofriante; había algo más detrás de tanta felicidad, algo mucho más enfermizo que solo amor.

Charlie bajó las escaleras lentamente, con un impulso inesperado. Sus ánimos se habían elevado y su mente solo pensaba en venganza. Sus pasos fríos se escuchaban crujir por la densa madera que recubría las escaleras, cada paso cargado de ira.

La idea de que alguien había encontrado su refugio y se había entrometido en su nueva vida era un tormento. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para evitarlo, a toda costa.

Sus ojos centellantes se dirigieron en una sola dirección. Lute y Emily aún estaban inconscientes; la dosis que Charlie había aplicado en el té era excesiva, por lo que el efecto se prolongó mucho más. Sin querer, la exorcista y la serafín se habían metido en la boca del lobo. La situación no era favorable para ellas. Por un lado, estaban en una casa muy alejada de la sociedad; nadie podría escucharlas. Por otro lado, estaban encadenadas con acero angelical, lo cual no les permitía usar sus poderes, al menos hasta que despertaran.

Charlie las miró con desprecio. Todo iba de lo más tranquilo, pero un hilo se había deshilachado y arruinado su plan. Sin duda, esto lo complicaba mucho más, pero aún así tenía muchas alternativas nada agradables.

Aún inconscientes, Charlie tomó sus cuerpos y los arrojó a una jaula en la esquina del sótano. Aunque planeaba usarla con Adam si las cosas se salían de control, este era el momento oportuno para usarla.

Una vez allí, tapó la boca de las chicas con cinta y salió de la jaula, no sin antes cerrarla con llave.

—Será mejor que disfruten su estadía, porque de aquí nunca saldrán —murmuró Charlie a los cuerpos de ambas chicas, con una risa siniestra acompañando sus palabras.

Las horas pasaron, y como si fuera un día normal, Charlie preparó el desayuno. Pero a diferencia de los demás días, esta vez se sentía un ambiente tenso en la cocina, uno que transmitía un grado inquietante de inquietud.

Al momento de servirle un vaso de agua a Adam, Charlie accidentalmente rompió el vaso, dejando caer el resto al piso.

—¡Aaahh! Perdón, cariño, no fue mi intención.

—Vaya, ¿no crees que deberías descansar, nena? Seguro que el embarazo te está afectando.

—Eee... No es nada, amor. Tú tranquilo, yo me ocuparé de este desastre.

Eres mi obsesión (Adam x Charlie Yandere) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora