El sonido seco de unos golpes resonó en la puerta principal del hotel, rompiendo el silencio que reinaba en la sala.
Lucifer, recostado en un desvencijado sillón, levantó la vista con desdén. Apretó los dientes, maldiciendo en voz baja a quien se atreviera a interrumpir su descanso.
Toc, toc...¡TOC, TOC, TOC!
-¡ALGUIEN ABRA LA MALDITA PUERTA! -exclamó Angel Dust desde el fondo de la sala, irritado por el incesante golpeteo.
-¡Que se jodan! -gruñó Lucifer-. Yo no voy a abrir nada.
TOC, TOC, TOC...
-¡ALASTOR, ABRE LA MALDITA PUERTA! -gritó Lucifer, perdiendo la paciencia.
-¡Carajo, qué demonios está haciendo ahora! -masculló Lucifer, incorporándose con un bufido-. Está bien, lo haré yo...
Lucifer se levantó de mala gana y caminó hacia la entrada principal. Su mente bullía con pensamientos oscuros mientras avanzaba. Debo instalar cámaras en este maldito basurero, pensó con amargura. Al llegar a la puerta, la abrió con un tirón brusco, sin preocuparse por quién pudiera estar del otro lado. Si no le gustaba lo que veía, sabía que los echaría sin miramientos.
Pero no esperaba ver a Charlie, su hija, parada al otro lado de la puerta.
El rostro de Lucifer se endureció al instante. Charlie estaba visiblemente destrozada, con los ojos hinchados y una marca profunda en sus manos que él no recordaba haber visto antes.
-¡Charlie! -gritó Lucifer, sorprendido y preocupado.
Charlie no dijo una palabra. Se limitó a entrar en el hotel, cerrando la puerta con un golpe que resonó como un trueno, atrayendo la atención de todos los presentes.
Lucifer se quedó inmóvil, impactado por el aspecto de su hija. Sus ojos se posaron en su abdomen, que había crecido notablemente. Por un instante pensó que Charlie había ganado peso, pero la posibilidad de que estuviera embarazada cruzó su mente como un rayo.
-¿Podría ser... Adán? No... no, eso es imposible. Charlie no es de ese tipo de chicas... ¿Verdad? -Pensó, desesperado, tratando de negar la realidad que se perfilaba ante él.
Tratando de ocultar su nerviosismo, Lucifer forzó una sonrisa y dijo:
-Charlie... mi niña, ¿has engordado mucho? Y dime, ¿cómo estuvo tu luna de miel?
Charlie lo miró con una expresión vacía, una mirada que lo estremeció hasta lo más profundo. No había rastro de vida en sus ojos, solo un vacío inquietante, mezclado con una furia contenida que él no lograba comprender.
-Charlie, hija... ¿no le vas a hablar a tu padre? -insistió Lucifer, sintiendo un nudo en la garganta.
-Aléjate... voy a subir -respondió Charlie, con una voz gélida, antes de dirigirse a su habitación.
Lucifer frunció el ceño, confuso y preocupado. Nunca había visto a Charlie así, ni siquiera en sus peores rabietas. Algo terrible había sucedido, algo que él aún no lograba entender. Y esa incertidumbre lo aterrorizaba más que cualquier demonio.
Lucifer observó a Charlie subir las escaleras con pasos pesados, cada pisada resonando en el silencio opresivo del hotel. Se quedó parado frente a la puerta cerrada, con el ceño fruncido y las manos crispadas. La imagen de su hija devastada no se borraba de su mente. Algo terrible había pasado, y la idea de que Adán pudiera ser el causante lo llenaba de una furia sorda.
Después de lo que pareció una eternidad, decidió seguirla. Subió las escaleras lentamente, como si un peso invisible lo arrastrara hacia abajo. Al llegar al segundo piso, vio la puerta de la habitación de Charlie entreabierta. El temblor de su mano delataba la mezcla de ira y miedo que se había instalado en su interior.
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Eres mi obsesión (Adam x Charlie Yandere)
RomanceShip de Adam x Charlie Durante el día del exterminio, tras la feroz batalla entre Lucifer y Adam, Charlie contemplaria al verdadero Adam, desprovisto de aquella molestosa máscara. Para Charlie, su presencia era simplemente perfecta no había duda que...