Capítulo 11

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El tiempo transcurría lentamente, y las horas se desvanecían en un manto de inexistencia. La falta de alimento y la imposibilidad de expresar sentimientos eran los mayores problemas que afrontaban en aquel sótano, un rincón recóndito donde la oscuridad era la única presencia. Ni siquiera la luz del sol se atrevía a penetrar ese lugar sombrío, donde el tiempo se convertía en un recuerdo lejano, algo que ya no recordaban más. Cada segundo, cada minuto dentro de esa jaula era un tormento, no solo por el castigo físico, sino también por la incapacidad de expresar sus emociones, como si su libertad hubiera dejado de existir.

Sin embargo, a pesar de todo, aún podían pensar, y eso, aunque pareciera absurdo, las mantenía cuerdas. Sabían que la esperanza aún estaba viva, y en cualquier momento podrían escapar o ser rescatadas.

Aunque ninguna de las dos tenía una noción precisa del tiempo, sabían que ese momento llegaría. Después de todo, la esperanza es lo último que se pierde, y estaban seguras de que aún tenían salvación. No todo estaba perdido.

Mientras tanto, Adam estaba regando las plantas del jardín. El invierno se aproximaba, trayendo consigo la escasez de alimentos. Sin embargo, ese problema ya estaba resuelto con un poco de dedicación a las plantas, que pronto darían frutos.

-Otro día más de jardinería -murmuró Adam-. Sinceramente, no esperaba tener que hacer esto, pero me veo en la obligación. Charlie necesita mi ayuda más que nunca, y ahora que tengo un hijo en camino, mi mayor preocupación será mantenerlos seguros.

-De igual manera, no creo que sea tan difícil. Un poco por aquí y otro por allá, y estará listo. Mañana, un poco de lo mismo.

El castaño se sentó, buscando entretenerse un rato antes de comenzar su tarea. Por alguna razón, ver ese tipo de plantas, y cualquier tipo de flora, le causaba una especie de déjà vu, como si ya lo hubiese visto en un pasado muy remoto.

Era confuso tener recuerdos tan difusos sobre algo tan peculiar como las plantas, como si sus memorias hubiesen sido borradas. A menudo, solía tomar siestas, porque dentro de ellas solía ver pequeños fragmentos de su memoria.

Estos fragmentos eran borrosos y muy difíciles de interpretar, sumado a su breve duración. Parecían sueños, y Adam los tomó así hasta ahora, pues ver ciertas cosas directamente le revelaba más de su pasado.

Pasado el rato, se levantó y continuó con el arduo trabajo. Por ahora, las mañanas seguían siendo amigables; el calor y la temperatura eran ideales para cualquier tipo de actividad, lo que hacía la estadía una perfecta utopía.

Pero eso no era más que una simple fachada, una mentira bien cubierta. Detrás de esa amabilidad existía un lado mucho más sombrío.

Adam alzó sus herramientas y entró en la casa.

-Eso fue fácil. Me pregunto qué estará haciendo Charlie; iré a echarle un ojo -se dijo el exorcista al notar la ausencia de Charlie en la casa.

El castaño recorrió toda la casa buscando algún rastro de su esposa, sin obtener resultados.

-¿Dónde diablos está? ¿Charlie? ¿Estás bien, querida?

-Oh, Adam, ¿qué pasa, amor? -respondió una voz ligera.

Adam la reconoció al instante: era Charlie. Esta noticia lo tranquilizó un poco. Realmente estaba preocupado, y si algo le hubiera pasado, jamás se lo habría perdonado. Pero escucharla de nuevo reavivó sus ánimos. Sin embargo, a pesar de todo, algo no estaba del todo claro. ¿Dónde estaba? ¿Qué estaba haciendo? Eran preguntas que rondaban por la cabeza de Adam en ese momento.

Adam suspiró pesadamente y continuó con la pequeña conversación.

Charlie estaba nerviosa, y se notaba a primera vista. Su cara estaba repleta de sudor, y sus prendas mostraban extrañas manchas.

Eres mi obsesión (Adam x Charlie Yandere) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora