Capítulo 12

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La curiosidad de Adam se intensificaba y la situación se tornaba cada vez más desconcertante. Los suaves golpes metálicos que al principio eran apenas audibles ahora resonaban con fuerza y frecuencia, llenando el aire de un eco ominoso. ¿Qué podría estar sucediendo abajo?

La intriga se apoderaba de su mente, tratando de darle sentido a lo que estaba experimentando. Sabía que en esa zona no había nadie más, a excepción de Charlie, quien dormía arriba. La posibilidad de un infiltrado o, peor aún, un ladrón, parecía cada vez más plausible. Con urgencia, Adam buscó la manera de abrir el candado.

Los golpes continuaron unos minutos más hasta que, de repente, cesaron. Confundido, Adam frunció el ceño. No tenía idea de lo que realmente estaba sucediendo en el sótano, pero sus instintos de protección se activaron. Sea lo que sea, debía proteger a Charlie a toda costa. Con un fuerte golpe, rompió el candado.

Sorprendido, miró sus manos impresionado por la hazaña. No sabía que era capaz de tal fuerza, pero no le dio mucha importancia en ese momento. Sin perder más tiempo, entró al sótano.

Cerró la puerta tras de sí y descendió lentamente las escaleras, preparándose para enfrentar lo que fuera que estuviera abajo. Al llegar al último escalón, se asustó al escuchar un leve quejido. Había alguien allí.

La iluminación era tan baja que apenas podía distinguir las formas en la oscuridad. Con sus manos temblorosas, encontró una linterna al lado de una mesa repleta de herramientas. La encendió rápidamente y sus ojos se quedaron fijos en la escena que la luz revelaba.

"Emily, Lute," gritó Adam al verlas encerradas en una gigantesca jaula. Alrededor había un montón de herramientas que lucían usadas: jeringas, agujas, cuchillos, sierras y más.

Corrió hacia ellas, con sus cuerpos colapsados qué mostraban señales de un maltrato brutal. Quién sabe cuánto tiempo llevaban ahí y qué horrores habían soportado. Era tétrico pensarlo y lo más inquietante era quién podría haber hecho algo así. Aunque la respuesta era obvia, Adam no quería creer que Charlie, su esposa, estuviera involucrada.

Pero la verdad era cruel. Aunque le doliera pensarlo, Charlie había estado metida en todo esto.

El estado de Emily y Lute era deplorable, tanto que Adam sentía lástima por ellas. Estar allí abajo durante quién sabe cuántos días, soportando semejante trato, era un reto monumental. Admiraba que aún estuvieran vivas.

Con una sierra de la mesa, Adam rompió la jaula. Despojó la cinta que cubría las bocas de las chicas. Ambas seguían inconscientes, aferradas a la esperanza de ser rescatadas, una esperanza que ahora se hacía realidad.

"Rayos... ¿Qué diablos pasó aquí?" murmuró Adam.

Si aún tenía alguna esperanza de que Charlie no estuviera involucrada, ahora se había desvanecido. Lute se levantó lentamente mientras sus ojos se acostumbraban nuevamente a la luz. Frente a ella, Adam sostenía una pequeña linterna.

"¡Adam!" gritó desesperada la exorcista. Por fin, alguien había venido a rescatarlas de ese infierno.

La albina estaba muy mal. Le costaba hablar, apenas podía expresarse. No había comido en mucho tiempo y había soportado horrendos castigos. Dormir era un lujo que no podía permitirse, ya que en la jaula hacía un frío extremo y la postura para dormir era dolorosa.

Hubo días en que prefería estar despierta. No importaba cuántas veces soñara, siempre se encontraba en esa asquerosa jaula. Parecía ser su final junto con el de Emily, pero el destino había jugado a su favor y esta vez no lo desaprovecharía. Su vida pendía de un hilo y no podía fallar.

Adam, desesperado, buscaba algo para partir las cadenas de acero angelical. Alrededor de la mesa encontró una navaja del mismo material. Empuñándola con una fuerza desmedida, rompió las cadenas de ambas.

Eres mi obsesión (Adam x Charlie Yandere) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora