Capítulo 17: Empieza el show

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La cuerda ya podía estrangularme las costillas todo lo que quisiera, que su dolor nunca podría asimilarse al amargo sabor de la traición

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La cuerda ya podía estrangularme las costillas todo lo que quisiera, que su dolor nunca podría asimilarse al amargo sabor de la traición.

Con la de Zoe era hasta de esperar... ¿Pero... la de él? ¿¡Por qué tenía que ser Zayne!?

Su expresión delante de mis narices era, de manera extraña, la misma de siempre. Sujetando una cámara de video con la mano izquierda, sonreía como estar grabando a su hija hiendo en bicicleta por primera vez. No obstante era evidente que su aspecto no encajaba con sus respectivas intenciones; que claramente no pintaban ser buenas.

Una ola de incredulidad se apoderó de mi alma al recordar los pocos momentos que habíamos compartido y que fueron suficientes para enamorarme, para procrear mariposas en mi estómago que desde un principio quería exterminar, para dedicarle mi plena confianza, para reposar el peso de mis hombros sobre su agradable calidez. Estaba demasiado cegada por sus encantos para darme cuenta de que esa misma calidez era el resultado de acercarme demasiado al fuego.

Y cuando me di cuenta ya era demasiado tarde. Ya me había quemado.

En tanto mis sentimientos iban cayendo por el suelo como migas de pan, los otros dos participaban en una conversación a la que no estaba invitada.

—¿No me has escuchado antes cuando te he dicho que te largaras de una vez? —soltó Zoe con la vena hinchada—. ¿Qué coño estás haciendo?

—Cariño, tienes la cabeza en las nubes... —se acercó a ella—. Pensaba que ya sabias que mi proyecto no había hecho más que empezar.

—No me llames cariño —reprochó—. Ya no somos pareja, eres un loco.

—Veo que sigues tan receptiva como siempre.

Le dio dos palmaditas en la cabeza y se aproximó a una mesa. Justo cuando se sentó empezó a ojear las grabaciones que había hecho en silencio, se apreciaban las voces de mis compañeros discutiendo o hablando de su vida privada. Aún no me atrevía a decirle nada, estaba demasiado desconcertada.

—Creo que he encontrado una buena grabación para añadir —dijo mientras reproducía un video en el que sonaba la voz de Dylan—. Chico que fingía la relación con una chica revela que solo era un trato para proteger su secreto... Esa escena se verá ideal si la mezclo con un poco de música para agitar el ambiente.

—¿¡Has escondido cámaras!? —exclamó Zoe, hablando por mí.

—Pensaba que ya sabias lo que era una cámara oculta ¿Querías que preguntara por vuestros derechos de autor? —la tranquilidad que contenían sus palabras era alarmante—. No hables, estoy ocupado.

—Ocupada estaré yo cuando me desate y te dé un coñazo en los huevos. No sabes cómo lo voy a disfrutar. 

—Buena suerte intentándolo —no quitó ojo de las grabaciones—. Ahora deja de hablar.

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