Capítulo 18: Culpables

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El típico cliché del refugio en llamas ya estaba sobre nosotros, como no podía ser de otra forma

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El típico cliché del refugio en llamas ya estaba sobre nosotros, como no podía ser de otra forma.

Todo estaba planeado con antelación, era de aceptar que la crueldad del chico encajaba idílicamente con sus capacidades. Solo tenía que cubrir la terraza de un líquido inflamable no tan corrosivo para que, mientras él estuviera reteniéndonos abajo, el fuego fuera aumentando arriba. Si el incendio empezaba por la terraza y se iba acercando hacia nosotros, solo podíamos escapar por un lado: La parte del instituto repleta de zombies.

Era un gran momento para encender de nuevo mis pensamientos resolutivos, por qué el fuego ya era demasiado extenso como para ser neutralizado.

Una pena que pensar sea más fácil que actuar.

—Qué mierda se supone que tenemos que hacer ahora —murmuró Jaime con el reflejo de las llamas en su iris.

Estábamos demasiado absortos por el paisaje arrasado para responder. El fuego empezó a atravesar la puerta de la terraza hacia dentro y nosotros ni siquiera nos dimos cuenta. Zayne, aprovechando que todos nos estábamos distraídos, se acercó de puntillas para intentar agarrar la cámara de mis manos. Sin embargo, antes de que pudiera ni siquiera llegar a mi sombra, Elinette reaccionó y lo apuntó con su arma.

—¡Quieto! —exclamó—. ¡Ni se te ocurra acercarte a nosotros!

Los tres chicos se miraron confundidos.

—Elinette, tranquila —Nick no lo entendió—. Es solo Zayne.

—Lo sé perfectamente.

Sin dejar de apuntar al traidor, la pelinegra se acercó a Nick y le explicó con pocas palabras la verdad. Este abrió los ojos como platos, al igual que su hermano mayor y Dylan.

—Chicos, se puede explicar... —dijo Zayne al ver que todos lo mirábamos con asco.

—Nada de eso —Jaime recuperó su tono después de  días sin ser él mismo—. Yo te diré lo que vas a hacer. Vas a salir de aquí por dónde te dé la gana y no volverás a acercarte a nosotros nunca más.

—No me iré de aquí sin mi cámara.

Se me pasó por alto que aún nadie aparte de mí sabía lo que contenía la cámara. Todos se fijaron en ella y la apreté con mis brazos para demostrar que no se apartaría de mí.

—No sé qué has grabado con eso, pero si cara salpicada no quiere dártela será porque tiene algo que no debería. Olvídate de ella.

—Eso —dijo Dylan, y asimismo todos afirmaron.

Jaime me miró con seriedad y asintió. Era su forma de decir que aún no me había perdonado, pero que quería confiar en mí. Sobre todo por qué era mejor opción que confiar en Zayne.

—Mira lo que has hecho... —Nick se decepcionó por sus acciones—. Realmente no te imaginaba así, tío.

—Si me dais la cámara juro que os lo explicaré todo.

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