Capítulo 10: Audrey y Zayne

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Zayne me ayudó a llevar alguno de los suministros a mi clase

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Zayne me ayudó a llevar alguno de los suministros a mi clase. Tenía muchas ganas de presentarlo ante mis compañeros y anunciar que finalmente no tendríamos que recurrir al canibalismo para superar las próximas semanas, al menos hasta que no terminara el contenido del almacén. Solo por eso y por más razones como la buena noticia de mis padres, el instituto ese día obtenía otro color; un color vibrante, brillante, etéreo y estimulante. Todo lo opuesto al día anterior.

Y qué raro era llegar a pensarlo... ¡Pero el apocalipsis nunca había sido tan reconfortante!

Creo que hasta él notó mis buenas vibraciones pintando el ambiente de blanco. Mientras los dos caminábamos hasta la clase con una caja de leche cada uno, se me ocurrió decir algo, porque tenía mucho por contar y muchas ganas de establecer una conversación con... Bueno... ¿Mi primer casi romance? Me obligué a toser antes de hacerlo.

—¿Y bien, qué te parecen tus nuevos compañeros de supervivencia? —pregunté con un toque irónico, contenta de que estuviera entre nosotros.

—Parecen buena gente —respondió.

—Muchos de ellos son un tanto insoportables, y han pasado muchas cosas que te contaré sobre la marcha. Pero tengo que admitir...

—Audrey, espera —me cortó.

Mis buenas vibraciones se congelaron en el aire cuando se paró en el pasillo, aún sujetando la caja de leche. Me detuve también y noté sus ganas de decirme algo importante, aunque eso significara cortar el buen rollo.

—¿Pasa algo? —pregunté interesada.

—Hay algo que no te conté en esa fiesta.

Así, tan de repente, mi expresión se relajó y fijé toda mi atención. Me acerqué a él como muestra de que siguiera.

—No es que no quisiera decírtelo... Solo que no tuve tiempo.

—¿Decirme el qué, Zayne?

—La razón por la que estaba allí esa noche.

Dejé la caja en el suelo porque la presión que sentía en ese momento hacía la caja tres veces más pesada. Pensaba que sería algo grave, porque por la forma en que me lo proponía se mostraba más como una especie de traición, pero la explicación que obtuve no lo fue, para nada. De hecho, fue más bien decepcionante.

—Como tú, fui allí para escapar de algo —mencionó con la voz grave—. Estaba harto de las discusiones que tenía con mi novia.

La palabra novia quedó rebotando dentro de mi mente.

No sé qué reacción esperaba que dejara ir cuando estampó ese párrafo en toda mi cara, teniendo en cuenta que estuvo coqueteándome toda la noche. Traté de mantenerme serena.

—De acuerdo —sonreí falsamente—. Lo siento por eso. Pero no entiendo por qué me lo cuentas ahora, no es como si me incumbiera.

—¿Lo dices en serio? —señaló como si quisiera haber escuchado otras palabras—. Así que, al parecer, yo soy el único que sintió algo.

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