7.- Ahogados y sanguijuelas.

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Lia

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Lia.

—¿Axel? —me volteo de inmediato al escuchar su voz detrás de mí.

Me quedo boquiabierta al instante, ¿Por qué los médicos son tan sexys?

Hercúleo, atlético, membrudo, robusto, vigoroso, fornido, fuerte.

Es lo único en lo que pienso sobre él al tenerlo a unos cuantos metros de mí en el muelle del lago, hasta que comienza a acercarse lentamente.

Bíceps.

Triceps.

Pectorales.

Glúteos.

Isquiotibiales.

Todo en él parece bien ejercitado y firme.

Mi cerebro me juega una mala pasada al hacerme alucinar con que camina en cámara lenta hacia mi, siento mis mejillas arder. Su altura lo hace ver hasta intimidante ahora mismo, sus pectorales y abdominales están definidos visiblemente, sus piernas largas me cautivan gracias a sus shorts cortos. Sus deltoides y sus bíceps me quitan el poco aliento que me queda. Me imagino la disciplina que debe de tener dado a que en serio su anatomía es de envidiar.

Y de admirar.

Si fuera un hombre querría ser él.

Pero como soy una mujer, quiero ser yo misma; la chica que tiene la dicha de mirarlo descaradamente por unos instantes al menos.

Mi imagen visual se arruina cuando veo cómo Masson corre hacia el lago con unos flotadores de patito y Klein lo persigue con una llanta de auto enorme, mientras Willow hace rodar a Amanda dentro de otra llanta por la pequeña colina que hay y la rubia se queja a gritos pidiendo clemencia.

—¡Lia, esto es un homicidio! —Amanda me mira con suplica, estoy apunto de ir a ayudarla. Pero, Willow la deja rodar hasta el borde del pequeño muelle y ella cae al agua en la llanta. La pelirroja se avienta al agua tras de ella y grita un—: ¡Esto es divertidisimo, sal de la llanta, me toca a mi, aristócrata!

Y la rubia no contesta, o da señales de vida.

La sonrisa se borra del rostro de Willow en cuanto la llanta sale a flote sin Amanda y de nuevo, no hay señal de vida.

—Genial, soy testigo de un homicidio, ¿A cuantas demandas corresponde eso? —oigo a Axel detrás de mí.

Rain sale de las duchas con una sonrisa relajada y nos mira, enarca su ceja cuando ve la cara de Willow, la cual obviamente es una preocupada.

—¿Qué pasa? —duda el pelirrojo.

—Maté a Amanda —murmura su hermana.

—¡¿Cómo que mataste a Amanda?! —dice alterado, se acerca al lago y trata de mirar en el lago—. Mierda, no les puedo dejar cinco minutos, cinco putos minutos y ya mataron a la bonita del grupo —reprocha.

Mi Casa Eres Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora