8.- Media luna entera.

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LIA

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LIA.

Lo recuerdo.

Lo recuerdo tanto que mis medicos no lo saben explicar.

Y yo tampoco.

Recuerdo sus pasatiempos, las cosas que odia, su sentido del humor, sus actitudes, pensamientos, sentimientos y conductas. Recuerdo a ese chico, recuerdo su historia.

Pero no consigo ponerle rostro, no consigo ponerle voz, ni consigo ponerle ojos.

Y no consigo distinguir si en realidad, es un recuerdo.

Tomo mis pastillas como siempre a las diez de la noche, no he dejado de tomarlas desde que me desperté del coma y papá siempre a insistido en que las consuma por mi bien. Miro el envase y siento la pastilla quemar mi garganta, el sabor es horrible. 

—¿Sabes que las sanguijuelas son hermafroditas con 32 cerebros, nueve pares de testículos y una mandíbula con tres hileras de 100 dientes cada una? —pregunto a Axel.

Tomo el envase de vinagre y me coloco guantes quirúrgicos—que espero Rain no note que robe de su tienda—.

—¿Sabes que estas cosas pueden beber cinco veces su peso en sangre? —me recuerda el pelinegro de vuelta señalando a la criatura en su pierna.

Volteo a mirarle extrañada, ¿Por qué alguien se aprendería ese dato de las sanguijuelas? 

El chico es raro.

—No entiendo como a mí no se me pego ninguna sanguijuela, estuve en el lago más tiempo que cualquiera de ustedes —pienso a lo que él solo hace una expresión obvia—. ¿Qué? —dudo extrañada.

—Tú, Amanda y Willow son las únicas que se echaron repelente, ya que contra todo pronostico, yo estaba ocupado lidiando con amenazas de Rain cuando despertó del inducido sueño que le regalo Amanda con su bofetada. Los DEET repelen moscos, moscas y insectos, pero tienen el mismo efecto con las sanguijuelas —explica—. O es eso, o simplemente les seduje con mis abdominales —me sonríe con ensimismamiento.

—O simplemente son sanguijuelas feministas, misandrias y filoginias —explico.

—No me gustan sus hipótesis, doctora Lili —contesta divertido.

Lili.

—¿Qué dijiste? —pregunto desconcertada, nadie nunca me había llamado así hasta donde yo recordaba. Pero, se sentía familiar. Sus ojos verdes se intensifican por un momento, pero parece recordar algo y cierra la boca—¿Que dijiste? —insisto.

—Que no me gustan tus hipote... —trata de repetir.

—¿Lili? —mi voz se quiebra y ni siquiera se porque.

Siento la garganta seca de repente, como si con un simple apodo se acabara de llevar mis cuerdas vocales.

—¿Qué pasa con eso? —enarca una ceja mirándome fijamente.

Mi Casa Eres Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora