Preguntas

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Hermes se quedó completamente congelado. Hera abrió mucho los ojos, y la mandíbula de Zeus, que había aparecido de repente, al oír la conversación, parecía tocar el suelo. Mientras, Noa fue consciente de lo que acababa de decir. Se puso totalmente colorada.

"Lo-lo que quiero decir es que yo no me negaría a casarme con un dios..."

Zeus se rio. Noa enrojeció todavía más.

Hermes siguió sin moverse. Hasta que de repente pareció volver al mundo y reaccionó. Noa tuvo que aguantar las ganas de llorar cuando Hermes retiró rápidamente su brazo de sus hombros. ¿Hermes no quería casarse con ella? ¿Le parecería asquerosa la sola idea? Y si eso era así, ¿Qué iba a hacer ella sola , ahora que era una diosa y ni siquiera sabía cómo funcionaba eso? Le comenzó a doler todo. ¿Cómo se le había ocurrido decir eso? Una simple frase podía arruinarlo todo. Y tendría que vivir con eso para siempre. Para siempre. Ahora era inmortal. Las lágrimas amenazaron con salir cor sus ojos.

Hera intervino.

"Bueno, pues que bien. Ahora ya puedo organizar la boda. ¿A quién invito?"

Hermes sacudió la cabeza. "Un momento. Yo no he dicho nada".Noa tragó saliva.Hermes la miró. "Tengo que hablar contigo ".Noa asintió y siguió a Hermes fuera de la casa. Justo antes de cerrar la puerta escucharon a Zeus de cir:"¡Yo me pido ser el padrino?"

Hermes cerró la puerta con un portazo.Le tendió la mano a Noa "Vámonos a casa" Noa no lo discutió y agarró su mano. 

Si la velocidad de Hermes era increíble en el mundo mortal, ver todo el Olimpo en unos segundos era impresionante de verdad. Por un momento Noa se olvidó de todo. Volvió atrás. Se olvidó de ser diosa, de conocer a Hermes, de conocer a Daniel y del accidente de sus padres. Simplemente recordó a su niña de tres años en una bonita playa un día de verano. Sin sus padres. Ellos estaban en su casa, Noa no recordaba el motivo. Estaba corriendo detrás de su perro. Uno de sus mejores recuerdos. En ellos siempre aparecía aquel precioso labrador de color negro. Ninguna persona tan fiel como aquel perro. Había algo muy curioso. Tenía todo tipo de recuerdos sobre el animal, pero era incapaz de recordar su nombre. Mientras, Hermes pensaba en que le iba a decir a Noa al llegar a casa. Realmente quería casarse con ella, pero no tan pronto. Noa acababa de convertirse en una diosa. La verdad, era bastante irónico que el dios de la velocidad quisiese esperar. Cuando era un recién nacido le había robado un rebaño entero a Apolo y ahora necesitaba tiempo para pensar. Temía que a Noa le pasara como a el de pequeño. Siempre tuvo que vivir apartado porque los otros dioses no lo aceptaban y tuvo que hacer verdaderas locuras para llamar su atención y ganarse su aprecio. Aunque por lo visto, Noa ya se había ganado un poco de amistad de Hera.

Estaban muy cerca de su casa. Los dos tomaron aire.

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Corazones rojos como el pepperoni (Hermes x tú)(Pgp2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora