Chapter XX

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La espera nos impacientaba y decidimos jugar a darle toquecitos a una manzana de rover

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La espera nos impacientaba y decidimos jugar a darle toquecitos a una manzana de rover.

Annabeth era increíble. Hacía botar la manzana en su rodilla, codo, hombro, lo que fuera. Yo tampoco era muy mala.

El juego terminó cuando le lancé la manzana a Grover demasiado cerca de su boca. En un
megamordisco de cabra engulló nuestra pelota. Grover se ruborizó e intentó disculparse, pero Annabeth y yo estábamos muriéndonos de risa

La mayoría sonrió era bueno que al menos tuvieran esos momentos para divertirse entre ellos. por ahora iba todo bien

fin llegó el autobús. Cuando nos pusimos en fila para embarcar, Grover empezó a mirar alrededor, olisqueando el aire como si oliera su plato favorito de la cafetería: enchiladas.

-¿Qué pasa? -le pregunté.

-No lo sé. A lo mejor no es nada
Pero se notaba que sí era algo. Empecé a mirar yo también por encima del hombro.

Me sentí aliviada cuando por fin subimos y encontramos asientos juntos al final del autobús.
Guardamos nuestras mochilas en el portaequipajes. Annabeth no paraba de sacudir con nerviosismo su gorra de los Yankees contra el muslo.

Cuando subieron los últimos pasajeros, Annabeth me apretó la rodilla.

-Nerea.

Una anciana acababa de subir. Llevaba un vestido de terciopelo arrugado, guantes de encaje y un gorro naranja de punto; también llevaba un gran bolso estampado. Cuando levantó la cabeza, sus ojos negros emitieron un destello, y mi pulso estuvo a punto de pararse.
Era la señora Dodds. Más vieja y arrugada, pero sin duda la misma cara perversa.

La mayoría realizó una mueca, la suerte de nerea no es algo que envidiaran para ser reales

Detrás de ella venían otras dos viejas: una con gorro verde y la otra con gorro morado. Por lo demás, tenían exactamente el mismo aspecto que la señora Dodds: las mismas manos nudosas, el mismo bolso estampado, el mismo vestido arrugado. Un trío de abuelas diabólicas.

Se sentaron en la primera fila, justo detrás del conductor. Las dos del asiento del pasillo miraron hacia atrás con un gesto disimulado pero de mensaje muy claro: de aquí no sale nadie.

Definitivamente la suerte de nerea era la peor, no podían creer que hades le hubiera mandado las tres Furias juntas

-Querías matarla ¿eh?-le preguntó en un susurro persefone

-No tengo ni idea-le respondio este de igual manera

Posiedon giro su cabeza de manera disimulada para echarle un pequeño vistazo a hades sabía que no habían sido los mejores hermanos pero confiaba en que el no le haría daño a su pequeña perla

NAZ-[PJO]-wtmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora