Chapter XXII

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-Nos asesora un caniche-leyo Anfifrite

-Bueno eso si es raro-le murmuró leo a Jason

—no nos podemos esperar nada serio viniendo de nerea—le respondio este de igual manera

Esa noche nos sentimos bastante desgraciados.

Acampamos en el bosque, a unos cien metros de la carretera principal, en un claro que los chicos de la zona al parecer utilizaban para sus fiestas. El suelo estaba lleno de latas aplastadas, envoltorios de comida rápida y otros desechos.

Habíamos sacado algo de comida y unas mantas de casa de la tía Eme, pero no nos atrevimos a encender una hoguera para secar nuestra ropa. Las Furias y la Medusa nos habían proporcionado
suficientes emociones por un día. No queríamos atraer nada más.
Decidimos dormir por turnos. Yo me ofrecí voluntario para hacer la primera guardia.
Annabeth se acurrucó entre las mantas y empezó a roncar en cuanto su cabeza tocó el suelo. Grover revoloteó con sus zapatos voladores hasta la rama más baja de un árbol, se recostó contra el tronco y
observó el cielo nocturno.

-Duerme -le dije-. Te despertaré si surge algún problema.

-Oww nerea eres una dulzura-murmuró hestia

-Me pone triste, Nerea.

-¿El qué? ¿Haberte apuntado a esta estúpida misión?

-No es ninguna misión estúpida maldita mocosa-dijo zeus

-Oh, callate padre-dijo enfurecido apolo

Anfifrite se apresuró a leer antes de que se volvieran a pelear

-No. Esto es lo que me entristece. -Señaló toda la basura del suelo-Y el cielo. Ni siquiera se
pueden ver las estrellas. Han contaminado el cielo. Es una época terrible para ser sátiro.

-Ya. Debería haber supuesto que eres ecologista.

Nerea sintió una mirada bastante fuerte, al voltear esta vio a Artemisa mirándola de una forma no tan agradable esta intuyo que no le hizo nada de gracia su comentario

Me lanzó una mirada iracunda.

-Sólo un humano no lo sería. Tu especie está obstruyendo tan rápidamente el mundo... Bueno, no
importa. Es inútil darle lecciones a un humano. Al ritmo que van las cosas, jamás encontraré a Pan.

-¿Pan? ¿En barra?

-no lo hiciste-soltó una carcajada Tritón

- callete, no sabía-respondo esta avergonzada

-¡Pan! -exclamó airado-. P-a-n. ¡El gran dios Pan! ¿Para qué crees que quiero la licencia de
buscador?

Una brisa extraña atravesó el claro, anulando temporalmente el olor de basura y porquería. Trajo el
aroma de bayas, flores silvestres y agua de lluvia limpia, cosas que en algún momento hubo en aquellos
bosques. De repente, sentí nostalgia de algo que nunca había conocido.

-Háblame de la búsqueda -le pedí.

Hestia sonrió con ternura nerea era el ser más bondadoso que conocía, era una pena que pocas persona superan apreciar eso

Grover me miró con cautela, como temiendo que pudiera estar gastándole una broma.

-El dios de los lugares vírgenes desapareció hace dos mil años -me contó-. Un marinero junto a la
costa de Éfeso oyó una voz misteriosa que gritaba desde la orilla: «¡Diles que el gran dios Pan ha
muerto!» Cuando los humanos oyeron la noticia, la creyeron. Desde entonces no han parado de saquear
el reino de Pan. Pero, para los sátiros, Pan era nuestro señor y amo. Nos protegía a nosotros y a los
lugares vírgenes de la tierra. Nos negamos a creer que haya muerto. En todas las generaciones, los
sátiros más valientes consagran su vida a buscar a Pan. Lo buscan por todo el mundo y exploran la
naturaleza virgen, confiando en encontrar su escondite y despertarlo de su sueño.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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