chapter VIII

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La ira sustituyó al miedo

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La ira sustituyó al miedo. Sentí una fuerza abrasador que me subía por las extremidades: el mismo subidon de energía que me había embargado cuando a la señora Dodds le crecieron garras.
El hombre toro se volvió hacia Grover, que yacía indefenso en la hierba. Se le aproximo, olisqueando a mi mejor amigo como dispuesto a levantarlo y disolverlo también.
No iba a permitirlo.

Todo estaba prestando la mayor atención, pues era poco probable que una niña sin entrenamiento le ganará sola al minotauro.

Me quite el impermeable rojo.

-!Eh, tu! ¡¡Eh¡!-grite mientras sacudía el impermeable, corriendo hacia el mounstro-Eh imbecil

-Nerea, tienes algún deseo de morir -pregunto poseidon preocupado

-Tranquilo señor poseidon, ya se va a acostumbrar

Poseidon volteo a ver a annabeth como si le hubiera dicho que su peor pesadilla se iba a volver realidad, annabeth al ver la mirada se encogió en su asiento.

-Brrrr- se volvió hacia sacudiendo los puños carnosos.

Tenía una idea; una idea estúpida, pero fue la única que se me ocurrió. Me puse delante del grueso pino y sacudí el impermeable rojo ante el hombre toro, listo para saltar a un lado en el último momento.
Pero no sucedió así.

El monstruo embistió demasiado rápido, con los brazos extendidos para cortar mis vías de escape.
El tiempo se ralentizo.

Mis piernas se tensaron. Como no podía saltar a un lado, salté hacia arriba y, brincando en la cabeza de la criatura como si fuera un trampolín, gire en el aire y aterrice sobre su cuello.

Poseidon estaba intentando calmarse su hija tenía serios deseos de morir

Apolo no se encontraba nada mejor

-Parece que tu pequeña solcito te salio suicida-le susurro Artemisa a su hermano

¿Cómo lo hice? No tuve tiempo de analizarlo. Un micro-segundo más tarde, la cabeza del mountro se estampó contra el árbol y el impacto casi me arranca los dientes

-Eh porque esa violencia a mi persona -dijo thalia tratando de alivianar el ambiente

Cosa que no funcionó

El hombre se sacudió, intentando derribarme. Yo me aferre a sus cuernos para no acabar en la tierra. Los rayos y truenos aún eran abundantes. La lluvia me nublaba la vista y el olor a carne podrida me quemaba la nariz. El monstruo se revolvía girando como un toro de rodeo. Tendría que haber reculado hacia el árbol y aplastarme contra el tronco, pero al parecer aquella cosa solo tenía una marcha: hacia delante.

NAZ-[PJO]-wtmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora