𝙍𝙮𝙤𝙢𝙚𝙣 𝙎𝙪𝙠𝙪𝙣𝙖

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Advertencias:

Daddy issues, sentimientos, sin relación establecida, degradación, halagos, relación complicada.

[🔞] Todos los personajes son mayores de edad.

Autora: Si tienen una petición o un escenario específico con un personaje pueden dejarlo en los comentarios :D
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Finge por una noche

Por algún motivo siempre regresas a la cama de Sukuna.

Nunca entendías la razón para esto.

No importaba cuánto te esforzaras, con cuántas personas te vieras; siempre volvías a él.

Era como si no conocieras más que él.

Muchas veces, si las noches eran heladas, él llamaba o incluso tú lo hacías, y en pocos minutos ya se encontraba en tu habitación, besándote como si quisiera devorarte.

Muchas veces te alejaba, día a día, frente a quien sea, te apartaba una y mil veces; no le importaba realmente si era simplemente que tomabas tu mano o si de casualidad terminabas saliendo en su mismo horario.

Siempre te haría irte.

Y luego, las noches en las que veían, te rogaba porque te quedaras. Te pedía un espacio en tu cama que siempre terminaba vacío por la mañana.

Muchas veces intentaste que se quedara hasta que te levantaras, y él simplemente ignoraba esas plegarias.

Cada mañana, Sukuna tenía la dulce costumbre de llamar para explicar su ausencia, y ese día no sería distinto.

El enojo con tu padre ese día no había pasado por alto, no te habías molestado en pelear o siquiera en mirarlo mal; ya estabas acostumbrada y eso días eran los preferidos de Sukuna.

—¿De nuevo —se burló en tu oído—?

Lo miraste, algo perdida en tus pensamientos, ¿por qué estabas ahí? Claro, preferías clavarte tú misma una daga antes que permitirte sentir algo que poco o nada podías controlar.

Eras algo así como una prostituta emocional.

Él simplemente te recogía, esa sonrisa en su rostro cada vez que te abría la puerta se sentía como una nueva herida; una que se sentía tan bien.

Nada volvía a importar una vez que te clavaba contra esa almohada sin vergüenza, y su cadera empujaba con fuerza la tuya.

Era tan indiferente a tu dolor, casi se sentía colo un alivio; pero seguramente estaba más cerca de la sensación de placer que te provocaba saber perfectamente cómo te estabas ahogando.

No importaba cuánto quisieran separarte de él, siempre volverías, porque él era tu droga.

Porque te hacía no pensar cuando en su auto acariciaba tu mejilla y sonreía.

—Te ves hermosa hoy —susurraba, sabías que era una mentira más para tenerte en la parte de atrás de su auto rogando—.

Y tú solo sonreías.

Él continuaba con su espectáculo, besaba tu mano y te miraba con esos ojos qué fingían amor.

—¿Sabes? Me hiciste mucha falta el día de hoy —sonreía encantador como siempre—.

—Y tú a mí —y tú solo caías ante su acto, solo querías sentir un poco de su amor, el suficiente como para que todo el dolor se fuera—.

Él te llevaba a su casa siempre, su habitación olía a su perfume y su cama casi siempre estaba perfecta.

Él te llevaba a la cama sin mucho problema, y acariciaba tu cabello suavemente.

—¿Qué tal fue tu día —preguntaba, sabías que poco le importabas—?

—Horrible —reías suavemente, y él acariciaba tu mejilla ante tu respuesta—.

Pero poco importaba el acto que montaban ustedes juntos.

Ya no importaba desde que su polla se deslizaba entre tus paredes gomosas, lo consumías, lo apretaba sin vergüenza y él solo podía disfrutar.

—Ah, mierda —gruñó en tu oído—; ¿te gusta cuando te hago esto?

Apenas podías hablar mientras mordías tu almohada, ni siquiera podías llegar a generar un pensamiento claro.

Toda tu mente iba a su polla tocando tan profundo.

—¿Te gusta recibirla desnuda —preguntaba burlón en tu oído mientras se empapaba entre tus pliegues con una sonrisa—?

Lo sabías, cada noche fingía que le importabas para poder hundirse entre tus pliegues y joderte en todas las poses que quisiera.

Se clavaba dentro tuyo con rudeza, y mordía tu espalda para evitar hacer mucho más ruido del que sus cuerpos chocando hacían. Tus dientes estaban clavados en las almohadas, casi rasgando la tela.

Tu cuerpo luchaba por mantenerse mientras él simplemente te penetraba, arrazaba contigo sin más con tal de satisfacerse.

No importaba si querías cambiar de pose o si querías volverte a verlo, él siempre te tiraría en la cama o te presionaría aún más en contra el colchón y te la metería aún más adentro.

No le importaba si llorabas, eso solo era una razón para poder darte con muchas más ganas.

—Mierda, qué mojada —murmuró en tu oído mientras sus caderas te empujaban contra el colchón—. Pareces una puta, tal vez por eso tu padre te odia tanto.

Se burlaba cruelmente y tú solo podías mojarte más.

—¿Quieres que te haga correr —se burlaba de ti, moviéndose tan rápido y llevándote tus límites—?

Tú solo llorabas porque lo hiciera. Era lo único que pedías.

—Ruega, maldita puta —rio en placer al ver tu espalda marcada en mordidas—.

—P-Por favor —apenas podías formular palabras—.

—¿Por favor qué —habló tu cabello con una sonrisa, alzando tu rostro y finalmente separandote de esa almohada—?

Inclusive sus embestidas habían cesado levemente, y tú chillabas por más como un perro.

—Por favor, haz que me corra —pediste con lágrimas, intentando mover tus caderas en busca de más—.

Y él apenas y aumentaba su ritmo.

—No te escucho rogar —rio—.

Lo hacía tan difícil, sus caderas se movían una y otra vez contra las tuyas.

—Por favor, por favor, Sukuna —rogaste mientras te presionaba nuevamente contra la almohada—, haz que me corra. Llename de ti.

—Mierda —reía mientras se clavaba en ti con más fuerza, con ganas de destrozarte—, eres realmente una puta.

Gruñía sin vergüenza.

—Voy a joderte tanto que te va a valer mierda tus problemas con papi —advirtió, antes de que la cama rechinara contra la pared mientras clavaba sus manos en tus caderas—.

Quizás sí sabias porqué terminabas siempre en su cama, y es que, por las noches te hacía olvidar de cualquier cosa en este mundo.

Realmente no eras más que una puta emocional, y a Sukuna eso le encantaba. Te daría toda la atención que quisieras siempre que alzaras ese lindo culto tuyo.

𝐏𝐔𝐒𝐇 𝐎𝐍𝐄 || 𝐉𝐉𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora