𝐏𝐔𝐒𝐇 𝐎𝐍𝐄 || 𝐉𝐉𝐊

𝙎𝙪𝙜𝙪𝙧𝙪 𝙂𝙚𝙩𝙤

Advertencias:

Somnofilia, consentimiento dudoso, sexo oral, room mates, escurrirse en la habitación, halagos, sin relación previa.

[🔞] Todos los personajes son mayores de edad.
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Dulces sueños

Cuando duermes, por algún motivo, siempre tienes el mismo sueño.

—Ángel —susurra en tu oído, asegurándose de que estés dormida antes de nada—.

Su mirada se pasó por tu cuerpo, una suave sonrisa y una caricia en tu mejilla dulce. Amaba el hecho de que dormías tan profundamente.

No era por cómo tu boca se volvía en un puchero, o tu cabello se enredaba y caía en tus mejillas o cualquier lugar de tu hermoso rostro; sino que tus piernas parecían posicionarse perfectamente para él.

Debía admitirlo, la primera vez que te vio dormir de tal manera fue en el salón, cómo descansabas boca arriba con poco cuidado de ti misma.

Y el cómo descubrió que podía hacerte tantas barbaridades sin que te dieras cuenta... Fue semanas después de descubrir lo imposible que se había vuelto levantarte una vez estuvieras dormida.

Era casi imposible.

La primera vez fue cuando tiró las ollas de la estufa, había sido un estruendo terrible y él te veía recostada sobre la mesa, se preguntaba el motivo detrás de que no hubieras gritado, o incluso solo reaccionado.

Cuando se acercó a revisarte había jurado que estabas usando tus audífonos, pero estaba equivocado, estabas perfectamente dormida.

Tocó tu hombro un par de veces, tomó tu mano, te sacudió incluso; por poco creería que habías muerto por algún motivo tras el impacto de las ollas.

Te cargó ese día a tu cama, notando las extrañas poses en las que te acomodabas sin más, cómo te gustaba moverte sobre tu cama, sobre ti misma, el cómo tus piernas se abrían sin más y parecías una estrella de mar en medio de la cama.

Era tan cómico verte de esa manera, podía jurar que podría haber una fiesta en tu oído y tú apenas abrirías los ojos.

Fue casi como un relámpago, uno que abrió sus ojos de par al par e hizo que sus puños se cerraran, el cómo de repente parecías buscar algo en lo que frotarte.

Y ese algo era su mano.

Al principio no supo cómo reaccionar, ¿Era eso una pasada de su mente para toquetearte sin sentir pena? ¿O acaso era una fantasía y se había quedado dormido en el sillón?

Cuando movió sus dedos a tu clitoris te retorcía sin más y soltabas sonidos que solo había imaginado en sus fantasías cuando pasaba su mano por su larga polla.

Miró atento la zona, deseoso, dudando en si hacer algo o no.

Más sus dedos siguieron su tortuoso paso, no solo para ti, sino para él. Sus dedos jugaban contigo y su mano bombeaba su polla intentando saciar el placer que le generaba la imagen de ti, sudada, pequeña y retorciéndote en sus manos.

Era tan asquerosamente dulce.

Sentía que tenía que tomarlo todo, y no fue cuando metió sus dedos dentro tuyo que se detuvo. Tenía miedo, ¿Cómo explicaría esa situación? Era inconfundible, te estaba tocando mientras dormías, sí, y él se estaba tocando.

Retrocedió de forma inmediata, y en toda la noche no pudo pegar un ojo al sentir que lo habías descubierto.

A la mañana siguiente no parecías siquiera ser consciente de lo que había hecho.