𝙂𝙤𝙟𝙤 𝙎𝙖𝙩𝙤𝙧𝙪

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Advertencias:

Acoso, fisgonear, vouyerismo, masturbación, charla caliente, sin relación previa, daddy kink, halagos, rogar.

[🔞] Todos los personajes son mayores de edad.
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Fisgón

Donde Gojo termina viendo algo que no debía.

Si debías describir tu relación con el hechicero podías hacerlo en una palabra: Inexistente.

Podías apostar que tú eras la única que lo veía, que cuando usabas tus dedos en un burdo intento de alcanzar lo que tus fantasías deseaban él se horrorizaría, que mientras apretabas tu mano en las sábanas y curvabas tus dedos él se estaría persinando.

Se lo veía tan bien cuando te miraba desde arriba, una sonrisa altanera y tus bragas empezaban a mojarse.

Qué lascivo.

Seguramente te odiaría, o huiría de ti si viera todo lo que estabas haciendo solo con un par de ideas borrosas.

Pero él amaba cómo llorabas y gimoteabas su nombre, cómo tu coño hacía una dulce canción mientras tus dedos se empapaban. A veces quería ser ese juguete que tanto te gustaba colocar en tu clítoris para sentir que él estaba presente.

Y no sabías cómo el disfrutaba de tu carita de cansancio una vez terminabas con una extensión dulce y deseosa de su nombre.

Le encantaba cómo su semilla terminaba entre sus manos cuando tú soltabas su nombre en un gemido que apenas tenía forma.

Y le encantaba las delgadas paredes entre sus habitaciones que le dejaban escuchar todo lo que hacías.

Se deleitaba en silencio cada vez que llegaba esa hora del día. Bendito sea cuando decidieron que las paredes entre los cuartos serían tan delgadas.

Mataría a cualquiera que te escuchara que no fuera él.

Pudo escuchar un gimoteo de placer, esta vez parecías un poco alejaba de tu dulce orgasmo y él quería que lo tuvieras. No podía soportarlo de ninguna otra manera.

—Vamos, pequeña —murmuró apegado a la pared, escuchando tu suspiro de sorpresa al escuchar su voz, por supuesto que lo reconocerías—.

El hechicero no se dio cuenta de lo que había hecho hasta que fue muy tarde.

Ya no podía retroceder el tiempo.

Sonrió orgulloso al escuchar de nuevo cómo tus dedos se movían, esta vez parecías más tímida de lo usual y eso le encantaba. Su polla estaba completamente dura cuando escuchó los gemidos avergonzados y su mano se movió casi por instinto al escuchar tu dulce voz.

Oh, Dios. Si no estuviera lo suficientemente perdido en ti hace mucho habría irrumpido en tu habitación y te hubiera follado hasta que no pudieras siquiera pronunciar tu nombre.

—Vamos, pequeña. Dile a papi lo que quieres —dijo, apegando su boca a la pared con una sonrisa de orgullo, y escuchar tu temblorosa voz intentando pronunciar una oración solo hacía que las gotas de su polla empezaran a brotar—.

—Te necesito... —murmuraste con vergüenza, podía apostar que estabas ocultando tu rostro en la almohada—... Por favor.

Él sonrió, jamás pensó conseguir eso de ti.

Le encantaba.

Su mano se movía por inercia y su respiración temblaba, dejaba salir leves gruñidos de placer mientras te escuchaba.

𝐏𝐔𝐒𝐇 𝐎𝐍𝐄 || 𝐉𝐉𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora