𝗝𝗝𝗞 𝗣𝗼𝗹𝘆

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Advertencias:

Trío, sanduche, rough/rudo, relación poli, mafia.

Personajes: Satoru Gojo y Suguru Geto

Autora: Amistades, ¿cómo que 200 estrellas? Q emoción, agradezco mucho ajakdks ⚰️🫶💕

Tbh no estaba muy segura de cómo hacer esto, so, espero que haya salido bien y que les guste 🫠

Btw, si sale poly es que son dos o más 🤙

[🔞] Todos los personajes son mayores de edad.
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Mantenida

Todos aman llamarte mantenida, pero no saben porqué lo eres.

Tus vecinas te odiaban, o al menos eso escuchabas entre los cuchicheos cuando ibas pasando.

Todos sabían que no debían meterse contigo por algo, estabas con dos de los mafiosos más importantes del país; pero eso no evitaba que alguna chica celosa te mirara mal mientras caminabas al gimnasio.

A veces escuchabas los chismes en el centro comercial cuando te sentías con ganas de salir a hacer compras para una cena especial para tus esposos.

Siempre escuchabas lo mismo.

"Ni siquiera es tan guapa, ¿por qué la mantienen?"

Quizás para ellas ni siquiera eras digna de ver, pero eso no importaba. Suguru y Satoru parecían adictos a ti.

Desde el primer momento te quisieron para ellos.

Estabas con tu amiga, ya sabes, aquella que genera problemas y siempre está rodeada de los peores postores.

Sus padres no querían dejarla salir y te utilizó para poder ir.

De haber sabido a dónde ibas a parar tampoco hubieras accedido.

Estabas en uno de los bares más conocidos por ser constantemente visitados por los duros de la mafia.

Te habías tensado totalmente, ¿Cómo no hacerlo si era sabido que si cometías un error entonces sería un problema grave?

Las luces azules, las copas y los autos caros se pavoneaban mientras tú intentabas buscar la excusa apropiada para poder huir de vuelta a tu casa.

O tal vez ni siquiera a tu casa, tal vez dormir en un hotel... Sea como sea, intentar huir de aquella situación tan particular.

¿Cómo es que terminabas en esta clase de problemas?

Aunque quisieras pasar desapercibida, parecía imposible. No sabias cómo, pero habías cautivado algunas miradas.

Entre esas, Suguru y Satoru.

Oh, la primera vez con ellos fue un deleite.

Ellos no se caracterizaban por ser precisamente suaves.

-¿Cómo es que... -preguntas, retorciente en la cama mientras Suguru se asegura de que tus piernas estén bien abiertas-... Vamos a hacerlo?

Qué pregunta tan inocente mientras estabas en el regazo del pelinegro y el ojiazul te comía el coño.

Suguru haló tu cabello con más fuerza, mientras masturbaba su polla en tu espalda y mordía tu cuello. Les encantaban tus suspiros de placer.

Satoru alzó la vista, pudiste ver cómo sus ojos se achinaban por sus sonrisa maliciosa.

Arqueaste la espalda cuando te sentiste cerca, intentando recibir aquel orgasmo que tanto querías.

Pero Satoru se detuvo en aquel momento, levantándose con una sonrisa y empezando a abrir su cinturón.

-Deja que nosotros nos encarguemos de ti -canturrea Satoru con una sonrisa, acariciando tus costados con intenciones de que calmes aquellos nervios-.

-Estás en buenas manos -susurra Suguru en tu oído con cierta diversión que pasa como su usual tono contigo-.

Los chicos habían empezado a reír suavemente, entre gemidos ahogados entre sus risas y miradas de complicidad.

¿Y cómo no hacerlo? Cuando tu boca fue invadida por Gojo ya no podías gemir al sentir cómo Suguru te rompía desde dentro.

Cómo se encargaba de empujar tus caderas, cómo Satoru empujaba tu cabeza al ritmo que Suguru usaba para penetrarte, todo para que lo complazcas.

Apretada, sí. Suguru disfrutaba de tu coño, mientras Satoru simplemente quería manchar toda tu carita de su semen, manchar esa carita tan dulce y esos ojos llorosos.

-Sin dientes -te corrige Gojo con un tirón de cabello-.

Suguru ríe suavemente, mientras empuja sus caderas a un ritmo casi tortuoso. Era cruel, injusto al menos para ti; ellos te castigaban cruelmente con tu placer con tal de que lo hicieras bien.

Se sentía imposible tomar tanto, pero ellos estaban manejandose.

Suguru era cruel, la primera nalgada que te dio resonó en toda la habitación, y ahogaste el gemido de dolor en la olla de Gojo, con la que ya estabas ahogándote torpemente mientras el peliblanco te tironeaba el cabello para ser más complacido.

La mirada de ambos iban a ti, Suguru en las marcas de las nalgadas y la excitación de Satoru, quien parecía faltaba poco para poder llenarte la boca de leche.

Suguru no pensaba contenerse, se arrimó sobre tu espalda; tú apenas sabias tu nombre. Suguru había empezado a morder tu espalda mientras empujaba sus caderas una y otra vez contra las tuyas.

Cuando tus ojos fueron a Satoru pudiste verlo temblar, parecía que había tocado el cielo, sus ojos se pusieron blancos y su espalda se arqueó; mientras en tu lengua caía aquel viscoso líquido, Satoru no reparó en quitar tu rostro, de hecho te había empujado casi posesivo contra sí mismo para que te tragues todo.

Su sonrisa no se detuvo, menos cuando se sentó en la cama mientras sus ojos topaban los de Suguru.

Tú apenas podías terminar de respirar propiamente, y el empuje de Suguru hizo que tropezaras.

Por un momento te sentiste vacía, en medio de los dos cuerpos. Suguru no reparó en darte una explicación cuando te pusieron aquellas esposas, ni Satoru cuando decidieron ponerte aquel bozal.

Cuando la correa llegó apenas podías sostenerte, Satoru era el encargado de castigarte; y no sería dulce.

Las marcas en tu cuerpo serían visibles a la mañana siguiente, y apenas habían empezado.

Suguru tenía tus manos en tu espalda mientras Satoru se colocaba en tu ya estirado coño, soltando un gemido de satisfacción al sentirlo apretarse con él.

Tus ojos se abrieron de par en par cuando Suguru también entró, pero por la parte trasera.

Temblaste, tu cuerpo debía adaptarse a la sensación extraña de dos pollas tocando tantos puntos sensibles a la vez.

Tu cabeza cayó en el hombro de Satoru intentando estabilizarte, pero a ninguno le importó cuando empezaron a embestirte.

Eran crueles.

Halaban tu cabello, tus ojos llorosos solo provocaban risas vacías y excitadas o gemidos rasposos.

Cuando los dientes empezaron a clavarse en tu espalda apenas podías pensar en algo que no fuera cómo te estaban cogiendo dos a la vez.

Se sentía tan bien y tan extraño, la sensación de las dos pollas asincrónicas, mientras intentabas pensar propiamente sentirás la delgada línea dentro de ti que los separaba.

Lloraste cuando los dientes perforaron tu piel, pero no se detuvieron.

Eran tan cruelmente buenos.

Querían todo de ti.

Y ya estaban consiguiendo romperse.

—¡Mierda, más rápido —gimió Gojo, empujando tus caderas—!

Suguru no soltaba tu piel, no podía dejar de saborearte a ti, tu sudor, tu sangre en su boca mezclandose.

Era un desastre extremadamente delicioso.

Quizás para otros no eras más que una mantenida, pero para ellos eras su pequeño pedacito de cielo.

𝐏𝐔𝐒𝐇 𝐎𝐍𝐄 || 𝐉𝐉𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora