𝐏𝐔𝐒𝐇 𝐎𝐍𝐄 || 𝐉𝐉𝐊

𝙂𝙤𝙟𝙤 𝙎𝙖𝙩𝙤𝙧𝙪

Advertencias:

Compromiso, relación previa, sentimentalismo, cuidado post relaciones, final amargo.

Esta va para ROLISOL, gracias por siempre ser tan activa y la sugerencia malvada 💕

[🔞] Todos los personajes son mayores de edad.
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Es de mala suerte ver a la novia en el vestido

Gojo nunca ha sido una persona de compromiso, pero al día siguiente sería el día de su boda.

Sus ojos azules se clavaban en ti, mientras tú rogabas un poco más. Siempre había amado eso de ti, cómo te retorcías y mordías la cama sin más mientras él te rompía.

Quizás de ese modo habías conseguido amarrarlo a ti con un anillo.

Cómo movías tus caderas contra su pelvis lo volvía loco y la manera escandalosa en la que gemías simplemente lo llevaba al borde del nirvana.

Quería terminar de destrozarte, y la idea de que lo hacía con justo derecho inundada su mente.

-Cariño, más -rogaste con un puchero-.

Él sonrió para sí mismo, empujando sus caderas contra las tuyas como si quisiera terminar de romperte, como si de alguna manera eso pudiera quitarle el disgusto de saber que el siguiente día estarías caminando vestida de blanco.

-Qué hipócrita -pensó con una sonrisa-.

Tal vez por eso quería escapar de ti, tal vez no eras la indicada y por eso quería apartarse; pero la forma en la que lo apretabas no era algo que podía dejar de lado.

Quería acabar contigo desde dentro, tal vez era un castigo, tal vez por eso seguía siendo tan brusco y tú solo lo disfrutabas.

Te envolvías, lo apretabas como si no quisieras dejarlo ir, y tal vez era un gran presagio de su final.

Él solo podía concentrarse en el placer que podías darle, callando de vez en cuando la idea de que debía irse tan pronto sea posible.

-Un poco más, aguanta -murmuró en tu oído, dejando su aliento cálido chocar contra tu piel mientras mordías la cama-.

Él se enteraba en lo más profundo de ti una y otra vez, casi como si quisiera dejarte clavada a la cama.

Iba a destruirte sin más, su cuerpo le pedía te llenara de una manera estúpidamente posesiva y gruñía en tu oído sin vergüenza.

Era simplemente la noche perfecta, al menos para ti, tomándote sin más, podías sentirte totalmente a su merced y él te haría suya una y otra vez.

Las sábanas ya húmedas tras tu climax, lo habías apretado tanto que ni siquiera se había podido contener, por poco había terminado dentro tuyo cuando cubrió tus nalgas con su semen. Una sonrisa cubrió su rostro y se acostó junto a ti, sus brazos te envolvieron besó tu mejilla.

-Qué linda... -murmuró contra tu oído-... Me encantas.

-Te amo -susurras, acomodandote junto a él con una sonrisa, analizas de nuevo el anillo en tu dedo como si no lo hubieras hecho ya tantas veces-.

Él lo nota, y se vuelve más pesada la idea de que al día siguiente tendría que firmar aquel contrato.

-Yo a ti... -murmura con cierto recelo de sus palabras, pero tú estás demasiado ilusionada como para darte cuenta-... Lindura.

Lo abrazas, como si nada fuera más importante que ustedes dos y su momento de amor. Él te mira, abrazandote de manera hipócrita mientras te deja descansar.

A la mañana siguiente, ninguno de los dos había parecido pegar un ojo; por motivos distintos, claramente.

Tomaste una ducha rápida, y corriste escaleras abajo del departamento con tu mejor amiga para poder ir a toda la ajetreada mañana.

Llamas a Gojo, y él responde con un mensaje simple de "Ocupado, linda".

Decides tomar una foto de ti con aquel hermoso vestido, parecías una princesa; pero dejaste tu teléfono de lado para poder continuar con la preparación de tu día especial.

Maquillaje, peinado, bisutería. Todo estaba listo para que cuando llegaras a la puerta de la iglesia fueras recibida por tu hermoso prometido.

Ibas en la limusina con tu mejor amiga, quien miraba su teléfono con desconcierto.

-¿Ocurre algo -preguntas con ciertos nervios, ese día debía ser perfecto-?

Ella te mira unos segundos, y sonríe.

-Parece que Gojo aún no ha llegado -murmura, intentando no hacerte entrar en pánico-.

Tú la miras y asientes, quitas el velo de tu rostro para poder revisar si ha habido algún mensaje; pero el celular solo marca como leído la foto que le habías enviado.

Decides llamarlo.

No contesta.

Sin importar cuántos mensajes le enviaste, no contestaba.

La tarde se estaba volviendo en noche y las personas habían salido de la iglesia, escuchabas los murmuros mientras mirabas el aparatejo con una mínima esperanza de que apareciera.

Eras consolada por tu amiga a la mañana siguiente, y aún así, pese a todo lo que llegaste a esperar, Gojo no había ido, siquiera se había dignado a decir que no asistiría al día más feliz de tu vida.