Capítulo 18

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Seungmin fue el primero en comprender lo que ocurría, cuando observó la intensidad en la mirada de Changbin.

Sus ojos parecían fijos en Jeongin, como si fuera su objetivo, y la tensión en el ambiente se intensificó, con los adultos intercambiaron miradas de asombro. Aunque no era peligroso, su instinto lo había hecho percibir la presencia de Jeongin, un omega con un dulce aroma, y su actitud reflejaba ese nuevo impulso natural.

Seungmin no dudó en acercarse a su hijo para poder asistirlo.

—Changbin, cariño —habló el omega, con voz suave, tratando de no alarmarlo más—, ¿Por qué no vamos a caminar un rato? —preguntó, con una línea en sus labios—. Y te serviré algo de agua fresca para que te sientas mejor.

Changbin, sin embargo, no desvió la mirada de Jeongin. El omega se veía asustado, apoyando su rostro en el pecho de su madre, sin dejar de temblar. Felix trató de intervenir, levantandose lentamente para ponerse frente a Hyunjin y Jeongin, creando una barrera entre ellos.

Seungmin, quién ya tenía lágrimas en los ojos, se acercó más a su hijo, tratando de largar feromonas para tranquilizarlo. 

—Vamos, Binnie —le dijo él, con calma, tomandolo de la mano—. Todo está bien.

Y en eso, Changbin pestañeó, como si recién entonces notara la preocupación en los rostros de los demás, y poco a poco su expresión perdió aquella intensidad.

Se giró hacia su madre, quien le sonreía con pena. Su mirada se desvió hacia el apretón de manos y, finalmente, asintió, un poco avergonzado. Aun seguía con fiebre, su ropa estaba empapada en sudor, y sus cabellos estaban húmedos.

En eso, ambos se giraron para salir de la habitación. Felix se despidió vagamente de Hyunjin, cerrando la puerta detrás suyo.

Jeongin, aún aferrado a su madre, se separó de su pecho al escuchar el portazo. Recordaba la mirada de Changbin con una mezcla de miedo y desconcierto, incapaz de comprender del todo lo que había sucedido.

Hyunjin notó que su hijo estaba mejor, y se recostó en el respaldar de la cama, sin mover a Jeongin de sus brazos, quien se quedó más tranquilo con sus feromonas.

—Mamá... —habló el pequeño omega, en un tono tembloroso—. ¿Por qué... por qué ese niño me miraba así? —su voz fue un susurro esta vez.

Hyunjin no dudó en darle otro abrazo reconfortante, acariciándole la cabeza. Odiaba que su hijo se sintiera de esa forma; tan asustado, tan vulnerable...

—No debes preocuparte por eso, cariño —le respondió, con una sonrisa—. Changbin solo está pasando por un momento... especial, pero no te hará daño.

Hyunjin ya presentía que Changbin era un alfa.

La forma en la que, cuando Seungmin los había presentado el día anterior, el niño también le saludo, aunque entrecerró sus ojos en una expresión extraña. Claro estaba que, aun no se recuperaba del todo de su fiebre, pero aun así, ese niño expresaba mucho más. 

Changbin era un niño de once años, de cabello negro, ojos oscuros, y una mirada que esbozaba seguridad. Tanto, que le hacía recordar a su padre, Chan.

—¿Momento especial? —preguntó Jeongin, sacándolo de sus pensamientos— ¿A qué te refieres, mamá?

Hyunjin vaciló en responder.

Jeongin jamás había presenciado el celo de un alfa, y no los frecuentaba tanto. Salvo Yeonjun, su amigo, aunque tampoco pareciera tener indicios dominantes o agresivos, dado que se crió en una familia beta que no creía en las jerarquías.

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