Capítulo 9

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La Sub 13 del HCU bajó del metro que los había llevado para ir al Estadio Nagai. Una vez que cruzaron el túnel de acceso, sus ojos se abrieron de par en par al contemplarlo por primera vez. Era un gran predio que poseía una monstruosa estructura, tenía una pista de atletismo alrededor del campo de fútbol donde estaban en ese momento, y la tribuna estaba llena de gradas, asientos individuales y el palco, donde siempre solían estar los más adinerados.

Jeongin sintió su corazón latir con más fuerza, sus ojos se llenaron de brillo a medida que seguía observando a su alrededor, mientras mordía sus labios imaginando el estadio lleno de gente para cuando se jugará el Torneo.

—¡Esto es increíble! —exclamó entusiasmado, y sus compañeros no lo insultaron, sino que se colocaron a su lado, precisamente aquellos con quienes compartía habitación en el hotel.

—Imagina cuando las personas griten nuestros futuros goles —agregó Renjun sin dejar de sonreír ni de mirar el estadio— Estamos muy cerca de la cima, Hwang.

Jeongin siguió con su sonrisa en su rostro y cerró sus ojos dejando que su imaginación volara una vez más, visualizando hinchas en todos los rincones de la tribuna, el estruendo de los tambores, los gritos, las bengalas, los colores del equipo.

Todos coreando su nombre, todos festejando sus goles.

Sonrió al percatarse de que a partir de ahora iba a jugar mil partidos así, en estadios completamente grandes como ese, viviendo triunfos y derrotas, levantando copas y recibiendo medallas.

En ese mismo momento, el entrenador los guió hacia una mitad del campo donde deberían entrenar, dividiendo el estadio con casi todos los equipos que jugarían el Torneo Amistoso. A medida que iban caminando, todos iban murmurando y casi lagrimeando por las emociones que le causaba ese estadio.

Pero una línea se formó en los labios de Jeongin cuando, a medida que iba avanzando y divisando a los jugadores de otros clubes, se dio cuenta que todos eran betas. El era el único omega.

E iba a ser el primer omega en lograrlo.

Una vez que llegaron hacia su lugar de entrenamiento, Choi y otros dos adultos más del cuerpo técnico se dirigieron a ellos con una expresión firme y seria.

—De acuerdo, chicos —advirtió el mayor—. Es entendible que se encuentren emocionados por encontrarse dentro de las instalaciones del Nagai. De hecho, es un lugar con mucha historia y con mucha pasión —continuó, mirando a sus jugadores uno por uno—, pero que eso no les haga perder el foco de lo que vinieron a hacer aquí.

Todos los chicos se miraron y quedaron en silencio. Jeongin frunció el ceño y sus compañeros le imitaron.

—Lo que quiero decir es... —prosiguió rápidamente al ver las caras desconcertadas— que si tanto quieren que la tribuna coree su nombre, deberán entrenar muy duro —siguió hablando, esta vez caminando para poder divisar mejor a sus alumnos—. No se distraigan tanto soñando despiertos, cada uno tiene una meta que alcanzar.

Choi siguió caminando mientras miraba a cada uno de los jugadores, hasta que logró detenerse en Jeongin, a quien le guiñó el ojo en señal de tranquilidad.

—Recuerden por que están aquí —espetó con voz firme, pero que a la vez no se vea tan intimidante. Después de todo, él estaba para animarlos— Recuerden el sacrificio, el sudor, el esfuerzo que han hecho sus familias para que hoy todo estén aquí —terminó de decir, y Jeongin sintió un nudo en la garganta al percatarse de que todo esfuerzo de su madre valió la pena. Sin dudas, él le iba a comprar una casa. Porque se lo merecía.

Hyunjin se lo merecía. Él merecía ser feliz.

—Pero, sobre todo —volvió a hablar Choi, esta vez suavizando su voz— disfruten de cada momento de esos noventa minutos que pasarán dentro de la cancha... junto con los adicionales también —agregó esto último y ambos se rieron, entendiendo las referencias.

LIVE FOREVER | lixjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora