🍎Capitulo 21: El Dolor de Dejar Ir🍎

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La mañana siguiente en el Hazbin Hotel, Lucifer se encontraba en la habitación de Lilith, enfrentándose a su esposa

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La mañana siguiente en el Hazbin Hotel, Lucifer se encontraba en la habitación de Lilith, enfrentándose a su esposa. El aire entre ellos estaba cargado de emociones a punto de estallar, y las palabras parecían pesar más de lo que ambos esperaban. Lucifer, con el rostro tenso y los ojos llenos de rabia contenida, le habló, su voz grave y firme.

—Entiende, Lilith... ¿cómo puedo perdonarte si tú me abandonaste? —dijo Lucifer, la frustración de años acumulados finalmente saliendo a la superficie.

Lilith, a pesar de su fortaleza, contenía las lágrimas que amenazaban con salir. Sabía que la conversación que tenían ahora podría destruir cualquier puente que pudieran haber intentado reconstruir. Pero no podía callar lo que sentía, aunque el dolor la atravesara.

—No lo hice a propósito —respondió Lilith, su voz quebrándose, pero firme en sus convicciones—. No puedes imaginar lo difícil que fue para mí. Pero no puedo creer que mientras yo me fui, tú secuestraste a una ángel y la convertiste en tu sumisa... metiste a la princesa del Cielo en nuestro castillo y luego... te acostaste con ella.

Lucifer la miró con furia, pero también con un dejo de confusión, como si algo en sus palabras lo golpeara de una manera que no podía entender por completo.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó, sus ojos brillando con una mezcla de incredulidad y dolor—. ¿Qué quieres decir con eso?

Lilith respiró hondo, sabiendo que las palabras que iba a decir serían devastadoras, pero ya no podía callar más.

—Yo no me fui porque quisiera, Lucifer. Tuve que hacerlo... era parte del trato que hice con Adán —dijo, con una seriedad en su tono que hizo que Lucifer se quedara en silencio, sin saber qué pensar.

Lucifer frunció el ceño y, por un momento, algo en su interior se sacudió. Algo que no podía ignorar.

—¿Qué trato? —preguntó, buscando respuestas en sus ojos.

Lilith lo miró directamente, su voz ahora llena de una tristeza profunda, una carga que la había acompañado durante años.

—Todo este tiempo había permanecido en el Cielo, cumpliendo un trato oscuro que hice con Adán y Lute. Un acuerdo que tenía que ver con el exterminio, que me mantenía alejada de ti, de Charlie y de nuestra familia, bajo amenaza. Adán, en su eterno odio hacia los demonios, me había dejado claro que si regresaba al Infierno, todos sufrirían las consecuencias... —explicó, su mirada distante, como si reviviera los años de sufrimiento que había enfrentado—. Pero cuando Adán murió, tomé valor y decidí bajar al Infierno para recuperar a Charlie... para recuperar el tiempo perdido. Para recuperar a ti, Lucifer. Porque te amo, aunque tú no puedas entenderlo.

Lucifer la miró fijamente, la rabia corriéndole por las venas mientras escuchaba sus palabras. Su mente procesaba la información, pero su corazón no lograba encontrar una salida.

Una Sumisa para Lucifer Morningstar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora