🍎Capítulo 3: Bajo Su Control 🍎

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Lucifer avanzó por los oscuros y elegantes pasillos de su castillo hasta llegar a su estudio

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Lucifer avanzó por los oscuros y elegantes pasillos de su castillo hasta llegar a su estudio. Al abrir la imponente puerta de madera tallada, se encontró con Satanás, uno de los siete pecados capitales, el propio señor del Anillo de la Ira. Su amigo y aliado lo esperaba, de pie junto a la chimenea encendida, con una expresión severa y los brazos cruzados.

—Lucifer, ¿al fin decides aparecer? —dijo Satanás con una sonrisa irónica, levantando una ceja mientras lo observaba—. Pensé que quizá te habías olvidado de nuestra reunión... o que estabas entretenido con algún "nuevo proyecto."

Lucifer soltó una leve risa, sin molestarse en disimular la satisfacción que aún brillaba en sus ojos.

—Oh, Satanás, ¿cuándo no estoy ocupado con algo interesante? —respondió, acercándose con paso firme y tomando asiento en su escritorio, mirando a su amigo con una mezcla de diversión y complicidad—. Pero claro, nunca olvido una reunión contigo. Especialmente cuando implica... asuntos importantes.

Satanás soltó una carcajada grave y se acercó a él, con una expresión entre la burla y la curiosidad.

—He oído rumores... se dice que tienes a una "invitada especial" en tu castillo. ¿Es cierto que una princesa del Cielo cayó en tus garras? —preguntó, sus ojos brillando con un toque de interés y sorpresa.

Lucifer entrecerró los ojos y apoyó los codos sobre el escritorio, entrelazando los dedos con aire calculador.

—No me gustan los rumores, Satanás, lo sabes bien. Pero sí, digamos que tengo a alguien interesante bajo mi techo. Una pequeña corderita que será... útil, en muchos sentidos. —Su tono era bajo y oscuro, lleno de una amenaza latente.

Satanás lo observó en silencio por unos instantes antes de inclinarse hacia adelante, con una sonrisa desafiante.

—¿Estás seguro de lo que haces, Lucifer? Jugar con el Cielo siempre tiene sus riesgos. Ya sabes cómo son de... vengativos esos ángeles.

Lucifer se encogió de hombros, sin mostrar ni una pizca de preocupación.

—Que vengan si desean recuperarla. Estoy preparado para recibirlos. —Sonrió con una arrogancia calculada—. Además, esta princesa es más valiosa de lo que imaginas. No te preocupes por mí, viejo amigo. ¿Acaso me ves preocupado?

Satanás soltó otra carcajada, sacudiendo la cabeza.

—Supongo que no, pero de todas formas te diré algo. Si en algún momento necesitas ayuda para... disciplinar a tu "invitada", no dudes en llamarme. Sabes cuánto disfruto de una buena lección de humildad.

Lucifer sonrió, satisfecho con la respuesta de su amigo.

—Aprecio tu oferta, Satanás. Puede que en algún momento la considere. Aunque, por ahora, prefiero manejar este asunto por mí mismo.

Satanás asintió, aceptando la decisión de Lucifer sin más cuestionamientos.

—Bueno, entonces, dejemos a la princesa a un lado. Venía aquí por otro motivo —dijo, cambiando el tono a uno más serio—. Hay disturbios en el Anillo de la Ira; ciertos demonios están comenzando a cuestionar tu autoridad. Creen que te estás volviendo... blando.

Una Sumisa para Lucifer Morningstar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora