🍎Capítulo 4: "El Precio de la Desobediencia"🍎

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Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente

Al día siguiente, Lucifer se encontraba en su suite privada, observando a Alanís con una mirada crítica mientras la preparaba para la ejecución que tendría lugar en el Anillo de la Ira. Vestida de blanco, con un velo que cubría delicadamente su rostro, la figura de Alanís parecía aún más etérea y distante. Lucifer se acercó a ella, ajustando el velo con cuidado, asegurándose de que nadie pudiera ver su rostro. No quería que aquellos pecadores rebeldes pusieran sus ojos en ella, al menos, no hasta que él decidiera.

 No quería que aquellos pecadores rebeldes pusieran sus ojos en ella, al menos, no hasta que él decidiera

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Con un suspiro, Lucifer levantó la mano, liberando las cadenas de Alanís temporalmente con su magia. Las cadenas cayeron con un suave tintineo, y Alanís miró sus muñecas enrojecidas, aprovechando el breve momento de libertad que le permitía mover sus manos sin el peso de aquellas ataduras.

—No te emociones demasiado, pequeña corderita —dijo Lucifer, notando la expresión de Alanís—. Esta libertad es temporal. Solo quiero que luzcas perfecta para la ocasión. Necesito que los habitantes del Infierno vean lo que significa estar bajo mi dominio, y tú eres la imagen perfecta para ello.

Alanís lo miró con una mezcla de desafío y desdén.

—¿Y crees que seré tu trofeo para mostrarle al mundo tu poder? —respondió con voz firme, aunque por dentro el miedo y la rabia se mezclaban—. No soy una herramienta para tus juegos de control, Lucifer.

Lucifer sonrió ante sus palabras, como si su resistencia le resultara un entretenimiento.

—Hoy, Alanís, descubrirás que en este reino todos cumplen un propósito. Ya sea para servir, obedecer, o... —sus ojos brillaron con un destello oscuro— convertirse en una lección para los demás. Créeme, preferirías ser la primera.

Alanís apretó los puños, manteniendo la mirada firme. Sentía que cada palabra de Lucifer la envolvía, como si intentara quebrarla. Pero no iba a rendirse tan fácilmente.

—Nunca me someteré a ti —murmuró con una determinación que, a pesar de todo, lograba aflorar en su voz.

Lucifer dejó escapar una breve risa, como si su resistencia solo aumentara su interés en ella.

Una Sumisa para Lucifer Morningstar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora