—Demonios Kiki, estás delgada—dijo Martin mientras abrazaba a su amiga en el marco de la puerta de su piso. La soltó y le dirigió una mirada a su rostro, Chiara tenía una expresión abatida y desencantada, pero se las arregló para sonreír. Martin negó con la cabeza, a sabiendas que Chiara no estaba bien, pero intentaba que él no se preocupase demasiado.
Martin la tomó del brazo alegremente para que entrara a lo que sería su nuevo hogar. Chiara le echó un vistazo apenas entró y quedó realmente impresionada; el piso de Martin era enorme, tenía un gran comedor con solo una pequeña mesa y un sofá. El resto era espacio vacío frente a un gran espejo. Chiara recordó que Martin le había contado en su última visita que había comenzado a dar clases de baile, eso explicaba el gran espacio en medio de la sala.
—Wow Martin, me gusta este lugar—dijo Chiara lanzando su bolso a un costado del sofá. Se tiró sobre él y Martin se sentó junto a sus piernas.
—A mi también—dijo Martin, quitándole los zapatos a Chiara para que no arruinara el sofá—Mis padres ayudan claro, porque con mi trabajo...
—¿Sigues trabajando en esa cafetería? —preguntó Chiara, incorporándose en el sofá.
—Sí... Solo que ahora tengo un nuevo jefe. El señor Márquez dejó a cargo a su hijo —le contó Martin, mirando a su amiga. Chiara tenía los pensamientos perdidos, por lo que Martin dejó de hablar y le ofreció algo de comer.
—Oye, Martin, yo te ayudaré con los gastos aquí hasta que pueda mudarme a otro sitio... No era una gran fortuna, pero en el ejército me pagaban un salario al mes, que guardé justamente porque planeaba irme de mi casa apenas me dieran la "libertad" —relató Chiara mientras ayudaba a Martin a servir la comida. A veces sonaba como si en lugar de haber hecho servicio militar, Chiara hubiese terminado en una cárcel llena de criminales —Será hasta que encuentre un trabajo y entonces yo...—Ya, Kiki, ni que te estuviese echando... Quédate a vivir si quieres —le respondió su amigo restándole importancia —la verdad es que por momentos este lugar es solitario, estaré feliz de que estés por aquí molestándome... —agregó Martin sonriéndole a su amiga— Un consejo, cuando regreses de noche trata de encender las luces cuando entres. Mejor ni te cuento las veces que me he asustado con ese espejo... —Martin no terminó la frase y comenzó a reírse de sí mismo.
—Yo también me espantaría si vuelvo de noche y de pronto un rostro como el tuyo se me aparece reflejado... —bromeó Chiara riéndose de su amigo mientras esquivaba un trozo de pan que Martin arrojó directo a su cara.
—Esa es mi amiga... Molesta como siempre —celebró, cuando por fin podía ver que Chiara volvía poco a poco a lo que solía ser antes de ese día en que se fue. Por lo menos se ríe, pensó Martin.Terminaron de comer alegremente, ninguno habló sobre nada en especial, solo se limitaron a bromear y a relajarse sin mencionar problemas. Cuando fue la hora, Martin cogió sus cosas, se despidió de Chiara dándole una copia de la llave del piso y se dirigió a otro día de trabajo. Por suerte el semestre había acabado y estaba de vacaciones de la universidad.
Chiara terminó de ver el apartamento y se puso feliz al ver que su amigo le había preparado un cuarto para ella sola. Tenía una cama pequeña al lado de un gran ventanal con vistas al mar. El resto eran solo estantes llenos de ropa de Martin.—Martin y su adicción a la ropa —pensó en voz alta, mientras acomodaba sus cosas en el lugar apartado para ella. Se duchó, se quitó por fin el uniforme del ejército, que guardó en el bolso para no toparse con él y se recostó en la cama. Tomó su móvil y tecleó el nombre de Violeta, dudando sobre si llamarla o sencillamente ir a verla a su casa. El dilema se resolvió fácilmente cuando justo en ese momento recibió un mensaje de su amiga.
Violeta: Demonios Kiki, acaso piensas
que no estoy enterada de que
ya te han soltado de ese lugar...
¿Donde estás?
Tu madre me ha dicho que estás con Martin.
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PISTA 07 (KIVI)
FanficLa vida es como escuchar una canción, de repente el sonido puede cambiar bruscamente y tú, sencillamente, no puedes ignorar este cambio, porque podría ser el sonido mas hermoso que escuches en tu vida. Chiara Oliver, de 21 años, regresa a su hogar t...