03. Everybody's changing

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Chiara – Primera noche en el Ejército. 

                         
Intenté taparme un poco más con la delgada manta que nos habían dado para dormir, pero simplemente no sirvió de nada. Mi cuerpo tiritaba y me preocupaba pensar que en realidad aún la temperatura no era tan baja como para sentirme de esta forma, con esta clase extraña de frío. Era mi primera noche en el cuartel y me sentía abandonada a mi propia suerte en aquel infierno. No podía pensar en misma como una adulta que eventualmente debía enfrentar esto, tal  como lo hacen muchos chicos y chicas. No podía tomármelo con naturalidad cuando había sido obligada a estar aquí ahora y esto claramente no era mi decisión. Mis padres bien podrían haber tenido alguna consideración por y tal vez esperar a que por lo menos cumpliera 21 para hacerme enfrentar este infierno, ya que hoy mismo no me siento preparada, ni física ni mentalmente. Aquí, la gran mayoría tienen más de 21 años, es la edad en la que se acostumbra a hacer el servicio por una cuestión de madurez. Sin embargo, a mis padres poco les importó.  
                       
En la ceremonia de ingreso escuché a dos compañeras hablando sobre una chica que se llamaba Ruslana. Ellas se burlaban de ella, diciendo que se la veía tan asustada que parecía que iba a llorar enfrente de todo el mundo. Dirigí mi mirada hacia donde ellos observaban, y la chica a la que se referían miraba constantemente al suelo. Definitivamente se veía menor que yo. En algún punto eso me sirvió de alivio y a la vez, sentí pena por ella. 
                        
Abrí los ojos resignads ante la idea de poder dormir e intenté mirar en la oscuridad; la poca luz que había me daba visión para analizar el salón. Era un espacio reducido donde dormíamos 18 personas, una al lado de la otra en pequeños colchones que nos otorgaban. Se veía como un gran campamento, solo que no lo es en absoluto. El mínimo ruido y tu compañera de al lado seguro se daría cuenta, porque realmente tu espacio personal es prácticamente del tamaño de tu cuerpo. Empecé a sentir el encierro con esa idea, sentía frío y asfixia a la vez estando con tantas personas en un mismo cuarto. Comencé a respirar hondo suavemente para no ponerme nerviosa, pero el aire no me pasaba por la garganta. Intenté concentrarme en que solo era una sensación, un síntoma estúpido dado por este espantoso lugar... Hasta que un ruido proveniente de mi compañera de la izquierda me sacó de mis pensamientos. 

¿No puedes dormir? susurró. Giré mi cabeza y me encontré con la chica de la que se burlaban mis compañeras, la recordé por su cara de niña. Me observaba con curiosidad, comenzando a notar que mi cuerpo temblaba.   
                       
—No... Solo tengo frío contesté muy por lo bajo, si molestábamos a alguien seguro estaríamos en problemas. De todas formas no habría podido sacar más fuerzas para hablar, sentía como si mi garganta estuviese estrangulada por una mano invisible.   
                         
No hace frío, ¿te sientes bien? preguntó Ruslana. Me miró el rostro y estiró su mano para tocar mi frente No, no tienes fiebre.  
                                                                
Tal vez solo me siento triste le contesté y me sentí una estúpida, y además una mentirosa. Ruslana parecía ser una chica amable. 

Yo también, no te preocupes me dijo con tristeza, cerrando sus ojos. Se tapó y regresó a dormir. Intenté seguir respirando hondo para aliviar la sensación de falta de aire, pero no funcionaba, mientras más pensaba en relajarme más recordaba que en ese lugar posiblemente era imposible. 

PISTA 07 (KIVI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora