Chiara se pasó los siguientes días tirada en la habitación que Martin le había preparado para ella, prácticamente sin salir de ella. Solo ayudaba a su amigo con las cosas del piso, se aseguraba de limpiar el desorden y de mantener decente el lugar. Sin embargo, la presencia de Chiara era casi nula, se pasaba el tiempo en su cuarto escuchando música con su teléfono y mirando un punto fijo del techo, al punto de preocupar a Martin, que después de una semana y media decidió llamar a los padres de su amiga para que vinieran a verla.
Chiara estaba intentando asumir el hecho de que a partir de ahora debía encontrar el rumbo de su vida, sin tener la menor idea de cómo lo iba a hacer. Luchaba con las pesadillas y recuerdos que le había dejado el servicio militar descargándose con Ruslana, quien había visto lo particularmente mal que Chiara lo había pasado durante el tiempo que estuvo allí.
- Ya olvídalo, Kiki, sigue con tu vida - le repetía siempre Ruslana a una angustiada Chiara en una de sus largas charlas telefónicas.
Y por último, Violeta. Su mayor angustia era que no lograba superar el hecho de que tal vez de verdad se había enamorado de ella, aún sabiendo que no existían posibilidades para ellas. Ni siquiera lograba proyectarse imaginariamente en una relación con Violeta, por lo menos no en una que no fuese la que tenían ahora; eran demasiados cambios que ni siquiera cabían en su cabeza. Ruslana intentaba hacerle entender que tal vez debería hablar con su amiga, contarle lo que le sucedía y pedirle un tiempo lejos de ella para poder aclararse. Violeta venía a verla prácticamente todos los días y cuando la tenía cerca, se confundía cada vez más. La idea de Ruslana tenía sentido. Sin embargo, Chiara no podía ni pensar en hacer eso, nunca se lo diría corriendo el riesgo de cambiar la forma en la que ellas se relacionaban, con total comodidad y normalidad.
- Diablos, ya para de pensar... - se dijo para sí misma. Era la novena vez que miraba su teléfono y revisaba la última conexión de Violeta. Escribió mil veces "Hola", "Hey, que haces?" o "Me aburro, donde estás?" para luego descartar el mensaje y tirar su teléfono a los pies de su cama.
Sus padres habían ido a verla la mañana anterior después de dos semanas sin hablarles. Su madre lloró, su padre la abrazó pidiéndole disculpas y finalmente ambos le dijeron que todo lo habían hecho pensando en su bienestar. Que tomara este error de ellos como una oportunidad, ahora tenía su camino libre, ya se había sacado de encima el servicio militar y podía escribir su historia como quisiera. Chiara agradeció ver a sus padres apoyándola por primera vez, pero ahora sabía que siempre tuvieron razón: el camino que ella quería elegir no era sencillo. Se negó a volver a su hogar, sencillamente sería retroceder hacía atrás y ella necesitaba mirar hacia adelante.
Después de un almuerzo familiar ameno y feliz, sus padres se retiraron no sin antes dejar un buen dinero para Chiara y Martin, a pesar de que ellos se negaron rotundamente.
- Padres... - dijo Martin, suspirando mientras observaba los billetes que la madre de Chiara había dejado sobre la mesa de la cocina – Me alegro de que estés mejor con ellos...
- Yo también – respondió una Chiara un poco más animada – También me alegro de recuperar a mi viejo amigo... - le dijo a Martin levantando el viejo ordenador que sus padres habían traído para ella.-¿Todavía existe? – respondió Martin sorprendido – Cuando regrese del trabajo jugaremos en línea- Martin alzó sus manos al cielo como un niño con regalo de cumpleaños. Chiara rodó sus ojos y se burló de él, recordando cómo amaba su amigo jugar a juegos online. Finalmente, Martin se despidió, tomó sus cosas y se retiró a cubrir el turno de la tarde en la cafetería.
Chiara ordenó el apartamento, se sentía animada y con más energía, por lo que cuando acabó, encendió su ordenadot y comenzó a buscar trabajo. A la hora, ya estaba completamente frustrada de buscar sin éxito alguno, por lo que decidió distraerse un rato. No quería desanimarse, ya que últimamente le era completamente sencillo caer en tales tristezas que terminaba encerrada sin querer hablar con nadie. Entonces, colocó su pendrive y actualizó toda la biblioteca de música de su ordenador. Se recostó en el sillón y puso a reproducir aleatoriamente todas las canciones, viejas y nuevas que tenía en la memoria de su viejo ordenador.

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PISTA 07 (KIVI)
Fiksi PenggemarLa vida es como escuchar una canción, de repente el sonido puede cambiar bruscamente y tú, sencillamente, no puedes ignorar este cambio, porque podría ser el sonido mas hermoso que escuches en tu vida. Chiara Oliver, de 21 años, regresa a su hogar t...