CAPÍTULO 5

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Me estaba resbalando, es cómo se sentía. La vida se me iba, pero no estaba asustado. Entonces me acordé que había algo que tenía que hacer. Un lugar en el que quería estar. Recordé mi cita.

Desde lejos, divisé a Rhaena en el pastizal, justo en la glorieta del centro comercial. Estaba ahí parada, con la mirada perdida en quién sabe qué.

—¡Rhaena! —grité una vez, pero como si el viento se llevara mis palabras, no obtuve respuesta. Entonces, elevé mi voz de nuevo: — ¡Rhaena!

Pensé que quizás no me había escuchado, así que sin pensarlo dos veces, me lancé a correr hacia ella. Pero mientras me acercaba, algo extraño sucedió. Sentí como si el suelo cediera bajo mis pies y de repente, el agua surgió a mi alrededor, arrastrándome con fuerza hacia lo más profundo.

Ese día Aemond arrojó mi cuerpo a un lago.

...

Cuando desperté, estaba en un bosque, recostado sobre la glorieta. Apenas pude observar el lugar por unos pocos segundos cuando una voz detrás de mí me sobresaltó. No es una sensación muy agradable, si saben a lo que me refiero. Me trae malos recuerdos.

—Hola.

Sentí un nudo en la garganta al encontrarme con la pequeña niña ante mis ojos. No pasaría de los siete años, con su cabello rubio claro y sus ojos lilas, era idéntica a mi madre.

—¿Quién eres? —pregunté sin más.

—Se dice ''Hola'', ¿qué acaso mamá no te educó bien? Supuse que estabas mimado, pero tampoco tanto.

—Lo lamento, soy Lucerys.

—Lo sé —aseguró. La mire confundido—. Yo soy Visenya. —dijo, para luego darse la vuelta e irse, dejándome perplejo.

Espera —fuí trás ella— ¿Te conozco?

Ella detuvo su caminata, volteó hacía mí y con una pequeña sonrisa, me dijo:

—¿Quién crees que soy?

La analice detalladamente una última vez y respondí:

—Mi hermana se va a llamar Visenya, pero no será la primera con el nombre, así que supongo que eres alguna pariente.

—¿No le pusiste mucha atención a la Tierra, no? —dijo, a lo que yo fruncí el seño.

—¿Eres quién creo que eres?

—Hola, hermanito. —fue entonces cuando ambos nos abrazamos.

—Pero ¿cómo? ¿qué paso? —inquirí una vez terminado el abrazo.

—Fue demasiado para mí. —respondió simplemente.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí?

—1 semana —contestó—. Sigueme.

Así lo hice. A lo largo del camino, cualquiera podría creer que caminé durante meses, dada la diversidad de lugares que recorrí y las variadas estaciones que atravesé. Sin embargo, no fue así. Apenas habrán pasado unos diez minutos cuando llegamos a un extenso prado.

—¿Qué es este lugar?

—No lo sé, pero podemos descubrirlo juntos. Debes seguir adelante, Luke. Estaremos juntos desde ahora.

Me agradaba la idea de dejar todas mis cargas atrás y empezar de nuevo. Sin embargo, no podía hacerlo, especialmente al ver el imponente árbol en medio del trigal, tan similar al que se encontraba cerca de la caravana de Aemond.

—No puedo irme todavía.

—Estas muerto, Luke. Tienes que dejar la tierra.

—Tengo que ir a casa.

...

No olviden dejar su estrellita.

Desde mi cielo - Lucerys VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora