Capítulo 8

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Rhaenyra se fue lo más lejos que pudo. Dejo su familia atrás para poder reecontrar la paz que la pérdida de su hijo le había quitado. Para reencontrarse a si misma, a lo que en algún momento fue. Si alguien preguntaba, decía que tenía 4 hijos.

Por otro lado, Jacaerys consideró que lo más conveniente sería que todos pudieran tomarse un tiempo para despejarse. Por ello, decidió acompañar a Joffrey en una breve visita a su abuelo Viserys, quien se hallaba en una delicada situación de salud.

...

Unas semanas después de su llegada, Aemond hizo su aparición.

Jacaerys, quien no lo había visto en más de un año, supuso que habría cambiado. Sin embargo, no esperaba encontrarse con la sorpresa de que hubiera perdido un ojo.

Mientras se encontraba en su habitación organizando algunas prendas en el armario, las voces de una conmoción resonaron a lo lejos. Intrigado, decidió investigar qué estaba ocurriendo. Al llegar a la sala, se topó con una angustiada Alicent, preocupada porque su hijo, Aemond, había perdido un ojo.

 —¿Qué está ocurriendo? —preguntó a Helaena, quien observaba todo con curiosidad pero sin intervenir.

La voz de Jace pareció helar a Aemond.

—Sobrino —mencionó.

—Tío.

La tensión se podía sentir en el ambiente. Incluso el borracho de Aegon dejó de burlarse de su hermano al darse cuenta de la situación.

Nadie había olvidado lo sucedido poco más de un año atrás. Jacaerys sentía un profundo odio hacia su tío por intentar aprovecharse de su hermanito. Y Aemond temía ser descubierto. Era consciente de que el hijo bastardo de su hermana no era ingenuo.

—Hace mucho tiempo que no te veía, por suerte. prosiguió el menor.

—¿Qué haces aquí?

—Jace se quedará un tiempo con nosotros —explicó Helaena, tomando el brazo de su sobrino y acariciándolo. Alicent miraba confundida esa interacción.

—¿Y tú, tío? No te he visto desde que intentaste violar a mi hermanito en el patio de esta casa. Por cierto, ¿qué te paso en el ojo? se burló.

—Sí, hermano. ¿Qué te paso? —Aegon tomo otro trago de su botella de cerveza.

—¿Te metiste en una pelea? —regaño Alicent.

—Un borracho como Aegon me atacó a la salida de un bar.

—¿Hace cuánto ocurrió eso? ¿Por eso viniste a casa antes?

—Estaba ocupado, madre. Y no fue hace mucho.

—Como sea, siéntate. Haré que traigan algo para comer.

Después de eso, Alicent se retiró. Jacaerys dirigió una última mirada a Aemond y, con Helaena aún aferrada a su brazo, se encaminaron hacia el jardín.

—¿Te enteraste qué el bastardo de Rhaenyra se murió?

—¿Qué? —miro con fingida sorpresa a su hermano mayor.

—De seguro lo violaron y después tiraron su cadáver por ahí. —se burló.

—Ya cállate.

...

No olviden dejar su estrellita.

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Desde mi cielo - Lucerys VelaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora