Observé a la multitud reunida alrededor del ataúd, sus rostros reflejando una mezcla de tristeza y condolencia. Alicent, con lágrimas en los ojos, se acercó a mi madre y se disculpó por los errores de su hijo, su voz temblorosa revelando su angustia. Después de un breve abrazo, se retiró con sus hijos tras ella, dejando tras de sí un rastro de silencio.
Mi abuela Rhaenys y mi prima Baela intentaban consolar a Rhaena, sus palabras suaves y reconfortantes intentando aliviar el dolor que la embargaba. Mi abuelo Corlys, por otro lado, hacía un esfuerzo sobrehumano por contener sus emociones, su rostro tenso revelando la lucha interna que sostenía. Para nadie era un secreto que yo era su nieto favorito, y él nunca se había molestado en disimularlo. Mi hermano, igualmente conmovido, intentaba mostrar una fachada de fortaleza para apoyar a mi madre en ese momento de duelo.
Observé a mis padres, de pie uno al lado del otro, pero con una distancia entre ellos que parecía insuperable. A pesar de estar físicamente cerca, parecían emocionalmente alejados, sin ningún gesto de consuelo o apoyo mutuo. Sabía que no debía intervenir, pero no pude resistir la tentación de acercarme a ellos.
Me coloqué entre mis padres y tomé una de sus manos. Mi madre se estremeció, su piel adquiriendo un tono pálido y translúcido, y buscó en los ojos de mi padre una respuesta. Él también lo había sentido, la conexión invisible que nos unía a los tres.
Mi madre se estremeció, su piel adquiriendo un tono pálido y translúcido, y buscó en los ojos de mi padre una respuesta. Él también lo había sentido, la conexión invisible que nos unía a los tres.
—Él está con nosotros. —susurró mi padre, una sonrisa leve iluminando su rostro, mientras apretaba mi mano.
—Nuestro niño está bien. —añadió mi mamá.
...
—Te dije que no hicieras eso.
—Tenía que despedirme de ellos. Hacerles saber que estoy con ellos.
—Pues, ya no. Es momento de dejar ir, Luke. Ahora solo somos tú y yo.
—Hablas como si fueras mucho mayor.
—Solo entendí. No hay nada que me até a la tierra. Mirá allá—Visenya señaló el arból en medio del gran trigal—. Es momento de ir.
—No puedo. Hay una última cosa que necesito hacer. Solo así me iré en paz.
Ignorando las protestas de mi hermanita, me alejé.
...
La noche había llegado y Rhaena dormía. La observé una última vez antes de sentarme en el borde de la cama para tomar su mano.
Visenya en una ocasión me había contado sobre la capacidad de presentarnos en los sueños de las personas que alguna vez amamos. Yo había amado a Rhaena. Era una hermana para mí y, en mi momento más fantasioso, creí que algún día sería su Omega. Su esposo. La madre de sus hijos.
Maldito Aemond. Me alegra que mi padre lo haya casi matado a golpes en la estación de policias cuando lo capturaron por mi asesinato.
—Rhaena. —la llame. Ella miraba curiosa el brillante trigal a su alrededor hasta que oyó mi voz.
—¿Lucerys? ¿Eres tú? —preguntó luego de abrazarme.
—Sí, soy yo.
—Te extrañe mucho.
—Yo igual. Debo irme pronto, o mi hermana se irá sin mí. Ya sabes que me pone nervioso andar solo por la calle. Temo perderme.
—¿Tu hermana? Luke, tu hermana murió.
—Lo sé. Pero está conmigo. Actuá como si fuera mi mamá. —reí y ella, aunque aún confundida, lo hizo igual.
—Luke, siempre serás especial para mí.
—Tú igual para mí. Me hubiera gustado ser tu Omega.
—En mi corazón siempre lo serás. —dijo casi en un susurró luego de tomar mis manos. Le dí una sonrisa y ella nuestras frentes. Nuestros alientos se mezclaron y nuestros labios se acercarón hasta unirse en un suave y tierno beso. Mi primer beso.
Cuando nos separamos, ella me susurró:
—Eres precioso, Lucerys Velaryon.
Y ella despertó.
...
Cuando mi mamá fue a mi cuarto, me dí cuenta que, todo este tiempo, la estuve esperando. Estuve esperando mucho tiempo. Tenía miedo de que no viniera.
—Te amo mucho, mi dulce niño.
—Yo también, mami. —le respondí, y ella sonrió. Sabía que yo estaba allí.
—Mami siempre te amará.
Nadie notó cuando nos fuimos. Es decir, el momento que escogimos para irnos.
Me llamo Lucerys, aunque me dicen Luke; apellido, Velaryon. Tenía 14 años cuando fui asesinado el 6 de diciembre de 1973.
Estuve aquí un momento, y luego me fuí.
Te deseo una larga y feliz vida.
...
Y se terminó.
Gracias a todas esas bellas personitas que votaron y comentaron.
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Desde mi cielo - Lucerys Velaryon
FanfictionTras una muerte brutal, un adolescente de 14 años observa desde el cielo mientras su familia lucha por superar lo ocurrido y el asesino sigue sin ser llevado ante la justicia. Inspirada en la novela ''The Lovely Bones'' de la escritora Alice Sebold...