[Narrador]
Fragmentos
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Kenma estaba sentado en el sofá, con los ojos vidriosos y la mirada perdida en algún punto fijo de la pared. A su lado, Shoyo trataba de mantener la conversación animada, pero su preocupación era evidente. Akaashi, con su calma habitual, observaba la escena en silencio, mientras Yaku y Yamaguchi intercambiaban miradas cómplices, ambos intentando encontrar las palabras adecuadas para consolar a sus amigos.
—Kenma, ¿quieres salir un rato? —sugirió Shoyo, intentando animar el ambiente—. Tal vez te haga bien tomar aire fresco.
Kenma negó con la cabeza, sin apartar la vista de la pared.
—No quiero salir —respondió con voz apagada.
—Estamos aquí para ti —dijo Akaashi, acercándose un poco más—. No tienes que enfrentarlo solo.
Yamaguchi, quien estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas, asintió en silencio. Él también estaba pasando por un mal momento, y la presencia de sus amigos era lo único que lo mantenía a flote.
—Ese tipo no vale la pena —añadió Yaku con determinación—. Ambos son mucho mejores que eso.
Kenma soltó un suspiro largo y profundo, tratando de liberar un poco de la tensión acumulada. No era solo el dolor de la ruptura, sino también la traición de alguien en quien había confiado plenamente.
—Es que... no entiendo cómo pudo hacerme esto —dijo finalmente, su voz temblando ligeramente—. Pensé que éramos felices.
—A veces, las personas no son lo que parecen —dijo Akaashi con suavidad—. Pero eso no significa que no puedas encontrar la felicidad de nuevo.
Yamaguchi, quien hasta ese momento había permanecido en silencio, decidió intervenir. Sabía que Kenma necesitaba escuchar algo que pudiera darle esperanza.
—Kenma, sé que es difícil ahora —dijo, su voz cargada de emoción—. Pero no estás solo. Todos estamos aquí para apoyarte, y juntos podemos superar esto.
Kenma levantó la mirada y, por primera vez en lo que pareció una eternidad, esbozó una pequeña sonrisa. Sabía que, con amigos como ellos, eventualmente podría dejar atrás el dolor y encontrar una nueva razón para sonreír.
Shoyo, Akaashi, Yaku y Yamaguchi se acercaron un poco más, formando un círculo de apoyo alrededor de Kenma. En ese momento, comprendieron que, aunque las heridas aún estaban frescas, juntos podían enfrentar cualquier adversidad. La amistad que los unía era más fuerte que cualquier desengaño, y eso era lo único que realmente importaba.
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Kenma, Shoyo, Akaashi, Yaku y Yamaguchi decidieron salir juntos para animar a Kenma y Yamaguchi, quienes estaban tristes por Kuroo y Tsukishima respectivamente. Querían despejar la mente y pasar un buen rato, así que eligieron un pequeño café en el centro de la ciudad, conocido por su ambiente acogedor y su delicioso pastel de fresa.
Entraron al café, riendo y charlando, tratando de dejar atrás las preocupaciones. Shoyo sugirió un juego de cartas para distraerse, y pronto las risas comenzaron a llenar el lugar. Akaashi, siempre atento, observaba a Kenma y Yamaguchi, notando que poco a poco empezaban a relajarse y disfrutar del momento.
El café estaba decorado con luces suaves y música tranquila, creando el ambiente perfecto para una tarde entre amigos. Mientras jugaban, Yaku se aseguró de mantener la conversación ligera, compartiendo historias divertidas de sus tiempos en el equipo de voleibol.
Sin embargo, justo cuando parecía que la tristeza de Kenma y Yamaguchi comenzaba a disiparse, la puerta del café se abrió y dos figuras familiares entraron. Era Kuroo y Tsukishima. Ambos parecían haber estado buscando a Kenma y Yamaguchi, y sus expresiones mostraban una mezcla de determinación y arrepentimiento.
Kenma y Yamaguchi se tensaron al verlos, sus sonrisas desapareciendo al instante. El grupo entero se quedó en silencio, la atmósfera ligera del café transformándose en algo mucho más pesado. Kuroo, con una mirada de disculpa, dio un paso adelante hacia Kenma.
"Kenma, necesito hablar contigo," dijo Kuroo con voz suave pero firme. Kenma, sin embargo, no pudo responder de inmediato. Yamaguchi, por su parte, evitaba el contacto visual con Tsukishima, sintiéndose vulnerable y expuesto.
Tsukishima, notando la incomodidad de Yamaguchi, se acercó lentamente. "Yamaguchi, sé que he sido un idiota. ¿Podemos hablar? Prometo que solo quiero arreglar las cosas."
El silencio que siguió fue denso y lleno de tensión. Akaashi, siempre el mediador, intervino. "Tal vez podamos encontrar un lugar más privado para que puedan hablar. Aquí todos nos sentiríamos más cómodos."
Con eso, el grupo se levantó, dejando sus juegos de cartas y bebidas a medio terminar. Se dirigieron hacia una sala privada en el café, donde Kenma y Yamaguchi finalmente se enfrentaron a Kuroo y Tsukishima, dispuestos a escuchar lo que tenían que decir.
La conversación fue larga y emotiva, con muchas explicaciones y disculpas. Aunque no todo se resolvió de inmediato, el hecho de que Kuroo y Tsukishima hubieran dado el paso de buscarlos y tratar de enmendar las cosas fue un comienzo. Sus amigos, Shoyo, Akaashi y Yaku, permanecieron cerca, ofreciendo apoyo y asegurándose de que Kenma y Yamaguchi supieran que no estaban solos en esto.