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Pasaron varios meses desde el concurso de arte, y la vida comenzó a encontrar una nueva normalidad para Kenma y Kuroo. Su relación se había fortalecido con cada desafío que enfrentaron juntos, y ambos sabían que querían pasar el resto de sus vidas uno al lado del otro.

Una tarde, Kuroo decidió que era el momento perfecto para dar el siguiente paso. Había planeado todo cuidadosamente y estaba nervioso, pero también emocionado. Llevó a Kenma al parque donde solían pasar tiempo juntos, un lugar que tenía muchos recuerdos significativos para ambos.

Mientras caminaban por el parque, Kuroo tomó la mano de Kenma y lo llevó a una zona tranquila, cerca de un pequeño lago. El sol empezaba a ponerse, bañando el paisaje en tonos dorados.

—Kenma, hay algo que quiero decirte —comenzó Kuroo, su voz un poco temblorosa.

Kenma lo miró con curiosidad, sintiendo la seriedad en el tono de Kuroo.

—¿Qué pasa, Kuroo? —preguntó, su corazón comenzando a latir más rápido.

Kuroo respiró hondo y se arrodilló frente a Kenma, sacando una pequeña caja de su bolsillo. Al abrirla, reveló un anillo sencillo pero elegante.

—Kenma, desde el momento en que te conocí, supe que eras especial para mí. Hemos pasado por tantas cosas juntos, y cada desafío nos ha hecho más fuertes. No puedo imaginar mi vida sin ti, y quiero pasar cada día asegurándome de que sepas cuánto te amo. ¿Te casarías conmigo?

Kenma se quedó sin palabras, sus ojos llenándose de lágrimas. El amor y la devoción en los ojos de Kuroo eran innegables, y el corazón de Kenma se llenó de felicidad.

—Kuroo... —susurró, tratando de contener sus emociones—. Sí, sí, me casaré contigo.

Kuroo se levantó, envolviendo a Kenma en un abrazo fuerte y lleno de amor. Las lágrimas de ambos se mezclaron mientras se besaban, sellando su compromiso.

—Te amo, Kenma —dijo Kuroo suavemente, acariciando el rostro de su prometido.

—Yo también te amo, Kuroo —respondió Kenma, sintiendo que, a pesar de todas las pérdidas y el dolor, había encontrado algo hermoso y duradero.

La noticia de su compromiso se extendió rápidamente entre sus amigos, quienes los felicitaron con entusiasmo. Akaashi, Shoyo, Yaku y Tsukishima se mostraron especialmente felices por ellos, sabiendo cuánto significaban el uno para el otro.

La boda fue sencilla pero hermosa, rodeada de sus amigos más cercanos y llenos de amor y apoyo. Cada detalle fue un reflejo de su relación, desde la decoración hasta los votos que se prometieron.

—Prometo estar a tu lado en cada momento, bueno y malo —dijo Kenma durante los votos, mirando a Kuroo con amor.

—Y yo prometo apoyarte, amarte y hacerte feliz todos los días de mi vida —respondió Kuroo, tomando las manos de Kenma.

El día de su boda fue un nuevo comienzo, lleno de esperanza y alegría. Aunque las cicatrices del pasado siempre estarían presentes, Kenma y Kuroo sabían que juntos podían enfrentar cualquier cosa.

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Pasaron unos años desde que Kenma y Kuroo abrieron la galería en honor a Yamaguchi. La vida había sido buena para ellos, llena de amor, desafíos y logros. Un día soleado, Kenma y Kuroo decidieron llevar a sus mellizos, Haru y Aoi, al parque para jugar al voleibol con los hijos de sus amigos.

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⏰ Última actualización: Aug 10 ⏰

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Do not forget me[Completada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora