Kenma llegó al lugar de ensayo de la banda con una sensación de urgencia. Al entrar, se encontró con un ambiente tenso. Los miembros de la banda estaban reunidos, discutiendo en voz baja, y la atmósfera estaba cargada de incertidumbre. Mikey se acercó rápidamente a Kenma, con una expresión grave.
—Kenma, me alegra que hayas venido— dijo Mikey—Las cosas están realmente mal. La otra banda ha estado provocándonos, y temo que pueda haber una confrontación.
Antes de que Kenma pudiera responder, la puerta del lugar de ensayo se abrió de golpe, y los miembros de la otra banda entraron, sus intenciones claramente hostiles. La tensión se convirtió rápidamente en una pelea caótica. Los gritos y el sonido de los golpes llenaron el aire, mientras los miembros de ambas bandas se enfrentaban violentamente.
Kenma intentó mantenerse fuera del conflicto directo, pero no pudo evitar sentir la desesperación al ver a sus amigos y compañeros heridos. La pelea fue dura y brutal, y varios miembros de ambas bandas terminaron gravemente heridos. En medio del caos, Kenma vio a Baji, el novio de su hermano mayor Chifuyu, luchar valientemente, pero finalmente caer, herido de muerte.
El tiempo pareció detenerse para Kenma mientras veía a Baji caer al suelo. La realidad de la situación se hizo insoportablemente clara: Baji estaba muerto. La pelea continuó, pero Kenma apenas podía procesar lo que estaba sucediendo a su alrededor.
Finalmente, la policía llegó al lugar, con sirenas y luces azules iluminando la escena. Los agentes se apresuraron a intervenir, separando a los combatientes y restaurando el orden. Entre los oficiales, Kenma reconoció a Kuroo, quien había venido con su padre, un oficial de policía.
Kenma corrió hacia Kuroo, su corazón latiendo con fuerza.
—Kuroo— dijo, su voz quebrada por la emoción. —Lo siento tanto. Lo siento por todo. Por ignorarte, por no hablarte…
Kuroo lo abrazó con fuerza, su propia voz llena de preocupación y alivio.
—Kenma, no importa ahora. Estoy aquí, y eso es lo que importa.
Antes de que pudieran decir más, una ambulancia llegó y los paramédicos comenzaron a atender a los heridos. Kenma vio con horror cómo sacaban a su hermano Chifuyu, gravemente herido, en una camilla. El miedo y la desesperación llenaron sus ojos mientras intentaba correr hacia su hermano.
—¡Chifuyu!" gritó Kenma, tratando de acercarse.
Kuroo lo detuvo, sosteniéndolo firmemente para evitar que se acercara demasiado.
—Kenma, espera. Déjalos hacer su trabajo.
Kenma cayó en los brazos de Kuroo, sus sollozos llenando el aire mientras las lágrimas corrían por su rostro. La visión de su hermano herido y la pérdida de Baji eran demasiado para soportar. Kuroo lo sostuvo, proporcionando un ancla en medio del caos y el dolor.
La policía continuó controlando la situación, y los paramédicos trabajaron para estabilizar a los heridos y trasladarlos al hospital. Kuroo no soltó a Kenma, manteniéndolo cerca mientras el joven lloraba, su cuerpo temblando con cada sollozo.
—Estoy aquí, Kenma— susurró Kuroo—No estás solo. Vamos a superar esto, juntos.
Kenma asintió débilmente, aferrándose a Kuroo como a una tabla de salvación. Aunque el dolor y la confusión eran abrumadores, la presencia de Kuroo le dio un pequeño rayo de esperanza. Sabía que, sin importar lo que sucediera, tendría a alguien a su lado para enfrentar el futuro.
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Aquí tienes la continuación con el triste desenlace de la historia de Kenma:
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En el hospital, Kenma esperó ansiosamente noticias sobre su hermano Chifuyu. Los minutos parecían horas mientras los médicos y enfermeros trabajaban frenéticamente para salvar su vida. Finalmente, un doctor salió de la sala de emergencias y se acercó a Kenma, su expresión sombría.
—Lo siento mucho— dijo el doctor, su voz llena de compasión—Hicimos todo lo que pudimos, pero las heridas eran demasiado graves. Chifuyu no lo logró.
El mundo de Kenma se desmoronó en ese momento. Sintió como si todo el aire se escapara de sus pulmones, dejando solo un vacío doloroso en su lugar. Corrió hacia la sala donde yacía su hermano, solo para ser detenido por los enfermeros.
—No—murmuró Kenma, luchando por liberar sus brazos.—Déjenme estar con él, por favor.
Los enfermeros intentaron consolarlo, pero finalmente lo sacaron de la sala. Al salir, Kenma se derrumbó en los brazos de Kuroo, quien había estado esperando con preocupación fuera de la habitación.
—Kenma— susurró Kuroo, sosteniéndolo con fuerza. Lo siento tanto.
Kenma lloraba inconsolablemente, su cuerpo temblando mientras se aferraba a Kuroo.
—Estoy solo—sollozó—Mis padres murieron, y ahora Chifuyu y Baji también. Yamaguchi está enfermo, y no sé cuánto tiempo más podrá aguantar. No puedo soportarlo más.
Kuroo lo sostuvo, sintiendo el dolor y la desesperación de Kenma como propios.
—No estás solo, Kenma— dijo suavemente.— Estoy aquí contigo. No importa lo que pase, siempre estaré a tu lado.
Las palabras de Kuroo, aunque reconfortantes, no podían disipar el profundo dolor que sentía Kenma. La pérdida de su hermano y su cuñado, sumada a la preocupación constante por Yamaguchi, lo habían dejado al borde del abismo. Sin embargo, el abrazo firme de Kuroo le dio un pequeño ancla de esperanza.
Con el tiempo, los amigos y compañeros de Kenma se enteraron de lo sucedido y acudieron al hospital para ofrecer su apoyo. Akaashi, Shoyo y Yaku llegaron, cada uno con expresiones de tristeza y solidaridad.
—Kenma—dijo Akaashi, colocándole una mano en el hombro.—Estamos aquí para ti. No tienes que pasar por esto solo.
Shoyo asintió, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas.
—Nosotros somos tu familia también, Kenma. No te dejaremos.Yaku, siempre el más pragmático, añadió:
—Vamos a superar esto juntos. Todos nosotros.A pesar del abrumador dolor, Kenma encontró consuelo en la presencia de sus amigos y en el inquebrantable apoyo de Kuroo. Sabía que el camino hacia la recuperación sería largo y difícil, pero con ellos a su lado, había una pequeña esperanza de que algún día el dolor disminuyera.
Mientras los días pasaban, Kenma comenzó a encontrar fuerzas en los pequeños momentos de bondad y en el amor incondicional de sus amigos. Aunque las cicatrices de la pérdida nunca desaparecerían por completo, se dio cuenta de que no estaba tan solo como había pensado.
Kuroo se quedó a su lado, apoyándolo en cada paso del camino, demostrando que, incluso en los momentos más oscuros, el amor y la amistad podían ofrecer una luz en la penumbra.