❝ Always an Angel. ❞ - - ̗̀๑❪ Percy Jackson

❛6. Acompañada siempre es mejor❜

Pilar observó con recelo a Quirón, su cuerpo tenso como un muelle tras el sueño que había tenido. La rubia se percató de que tal vez no estaba presenciando un sueño, sino los recuerdos de alguien. Los recuerdos de un tal Perseus Jackson.

Estaban sentados en el porche de la Casa Grande, y aunque ella deseaba compartir con Quirón ese sueño, una extraña voz en su mente le impidió revelarlo, advirtiéndole que era mejor mantenerlo en secreto.

– Pilar. – Llamó Quirón cuando la atención de la rubia se desvió hacia los niños que jugaban cerca.

Pilar tarareó para demostrar que estaba escuchando.

– ¿Sabes qué estás buscando? – Pilar quedó petrificada, destellos de lágrimas que caían al suelo y se convertían en sólidas pasaron por su mente.

– ¿Tú lo sabes? – Lo miró intensamente, tratando de que su voz no sonara tensa. Sus ojos se encontraron, azul contra marrón. Cielo contra tierra.

Quirón asintió lentamente. – Debes encontrar unas perlas. Las perlas de la unión. – su voz resonó con nostalgia y sus ojos brillaron con tristeza.

Pilar cerró los ojos, respetando el sufrimiento del centauro. Prestó atención a cada palabra que salía de su boca.

– Las perlas fueron creadas junto al dios de la miseria. Se dice que son lo suficientemente poderosas como para unir a enemigos. Los dioses las necesitan para unirse. Por eso eres tan importante. –

Pilar levantó la cabeza y lo miró con determinación. – No estoy haciendo esto por los dioses. – Negó con la cabeza. Desde que aquel hombre había aparecido en sus sueños, se había hecho la promesa de encontrarlo. – Buscaré las perlas y se las entregaré a los dioses. Y... – Señaló a Quirón con el dedo índice. – ...todos ustedes me dejarán en paz.

Quirón la observaba atentamente, como si no la estuviera viendo a ella, sino a otra persona. – Él te habría amado. – susurró, pero Pilar lo escuchó.

El centauro se levantó de su silla de ruedas para transformarse en su forma mítica. La llamó con la cabeza. – Te permitiré llevar a alguien contigo en tu misión.

Pilar se levantó de la silla, bajó las escaleras y siguió al de piel oscura. – ¿Puedo elegir?

– Siempre y cuando no sea alguien menor de catorce años.

Pilar asintió emocionada. – ¡Al Houssam!

Quirón se detuvo repentinamente y la miró. – ¿Yassine? ¿Quieres llevarte a Houssam Yassine?

Pilar sonrió divertida mientras asentía. Houssam era su mejor amigo en aquel campamento. Era de origen marroquí, "moro" en palabras de la española. Pilar y Houssam se conocieron por casualidad cuando aún vivían en España con sus madres. Se encontraron en la salida de su colegio, donde se estaba armando una pelea entre unas chicas gitanas. Pilar, sin entender por qué se peleaban, preguntó al más cercano, que resultó ser Houssam. Desde entonces, se los veía charlando en clase.

Pero tuvieron que separarse cuando el padre de Pilar la buscó después del incidente con la manticora. Gran fue su sorpresa cuando, un año después, el árabe llegó afirmando ser hijo de Hermes.

Eran besties.

Houssam, como todo hijo de Hermes, era un revoltoso. Nadie sabía cómo lograba escaparse de los consejeros, pero lo hacía. Y en más de una ocasión, Pilar se vio arrastrada a sus travesuras.

Pilar rió y corrió hacia la cabaña de Hermes. Entró como si fuera su propia casa y se lanzó sobre la cama que pertenecía al musulmán, despertándolo de su sueño.

– ¡Maldición! – Exclamó en español cuando se despertó abruptamente y luego miró a la intrusa. – ¡Pilar!

– ¡Acompáñame en mi misión!

– No.

– ¡Por favor, Houssam, no seas así!

– Lo que quieres es llevarme a la muerte.

– Bueno, tampoco quiero morir sola.

El moreno se sentó cansado en la cama, se pasó la mano por la cara y luego miró a la rubia.

– No tengo otra opción, ¿verdad?

Pilar sonrió.

– No.

El moreno comenzó a maldecir en marroquí mientras la rubia saltaba para abrazarlo, sabiendo que había aceptado acompañarla.

A veces, la idea de la muerte no suena tan terrible cuando tienes compañía.