Capítulo 6. Los siguientes días

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Durante los primeros días, entre todos, establecieron una rutina silenciosa. Debido a que Kong se limitó a observarles, llegó a la conclusión que tenía que echar una mano al beta. Así que cuando el matrimonio se iba al trabajo, el omega se dedicaba a limpiar y dejaba echa la comida, para que Gawin no tuviera que correr y pudiera relajarse.

De este modo, se sentía satisfecho por estar ayudando al mayor.

Pero ese día, después de que regresara del mercado, frunció el ceño al notar ambos coches aparcados en la entrada.

Kong entró y llamó varias veces, pero no halló respuesta. Pensando que quizás, habrían tenido alguna pequeña discusión marital, prefirió no buscarles y dejar que ellos mismos aparecieran cuando lo necesitaran.

Y así de ese modo, Kong se puso manos a la obra, acabando la faena más pronto de lo usual y ya con la comida hecha, se propuso descansar, por lo que cogió varias de las revistas y se dirigió al jardín, donde se acomodó tranquilamente a leer hasta esperar al matrimonio.

Era pasado mediodía, cuando Gawin entró en la cocina, olfateó el aire y sonrió al notar que el omega ya había preparado la comida, lo buscó, y no paró hasta encontrarlo sentado en una de las sillas del jardín.

- Hola – saludó el beta sacando la cabeza.

- P', ¿Cuándo llegaste? Vi los coches fuera y... – El omega le sonrió feliz y se levantó, dejando la revista a un lado. – Voy a poner la mesa.

- Kong... Hoy... bueno... vinimos antes porque a Oon le entró el celo y...

- ¡Oh! Está bien, P'. ¿Le preparo algo especial? – Le miró preocupado.

- No, no te preocupes. – Gawin le sonrió. – Enseguida baja, se está duchando.

- Entonces voy a poner la mesa. Estará cansado y supongo que necesitará descansar y dormir.

El omega se apresuró en poner la mesa y justo cuando acabó, el alfa bajó cambiado con ropa cómoda, el pelo húmedo, las mejillas coloreadas y los labios levemente hinchados. Kongpob le miró y cuando quiso apartar su mirada, no pudo pues el alfa le sonreía con amabilidad.

Tomaron asiento en sus respectivos sitios y empezaron a comer con tranquilidad y buen apetito.

- Cada día te superas más. – Dijo el alfa engullendo el arroz. – Esto está delicioso.

- Gracias P'. – Kong le miró de reojo, frunciendo levemente el ceño. - ¿Te encuentras bien? – Preguntó con timidez mientras el beta le sonreía.

- Sí. – Le miró sonriente. – Ya ha pasado. Lo único que esta tarde no iré a trabajar. Cuando me viene el celo, puedo coger el día libre.

- ¡Oh! – Fue el único sonido que pudo hacer el menor, sorprendido por la consideración de la empresa hacia su trabajador. – Kong habló pensando en la revista.  - Mmm... P's, me gustaría proponeros algo. 

- ¿Qué es? Dime. – El mayor le sonrió.

- He estado leyendo las revistas que compraste. – Kong dijo mirando sonrientemente al beta. – En ellas dice que la natación es muy buena para el embarazo.

- ¿Quieres apuntarte? – Gawin le miró.

- Sí, he encontrado un club de natación a tres paradas de autobús. Les llamé por teléfono para informarme, y me han mandado toda la información que necesito por mail, mira. – Kong cogió su teléfono y tecleó, cuando encontró lo que buscaba, le tendió el teléfono al mayor.

- Realmente está bien. – Asintió con la cabeza y le sonrió. – Cariño, - se giró hacia Arthit – tendremos que hablar sobre el pago de la matrícula.

Mentiras piadosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora